Opinión | CON SENTIDO/SIN SENTIDO
La pandemia del miedo
Hace un lustro la pandemia del Covid nos enclaustró. Tras el desconcierto inicial, se vieron actitudes miserables y otras muchas solidarias. Recuerdo que algunas voces optimistas, como Iñaki Gabilondo, presagiaban un giro hacia la solidaridad y el común tras la traumática experiencia colectiva. Como pasó tras la carnicería de la Gran Guerra y la subsiguiente «gripe española» de 1918, lo que vino fue una explosión de individualismo, hedonismo e irracionalidad. Los «felices veinte» desataron además el capitalismo más salvaje, los gánsteres, el fascismo, el nazismo y el estalinismo a ritmo de Charleston. Erich Fromm radiografío esa paranoia mundial que alcanzó su paroxismo en la Alemania de Weimar y la diagnosticó como «miedo a la libertad». En los inquietantes años veinte de nuestro siglo, tras ese virus que nos hizo ver las orejas al terror, también se ha desatado una furia por el carpe diem que refuerza el individualismo y, en consecuencia, el neoliberalismo. De nuevo la clave está en el miedo, ese instinto que se aloja en nuestro cerebro de reptil, necesario para la supervivencia y, si se canaliza inadecuadamente, una incontrolable arma destructiva. El Poder lo sabe muy bien, por eso agita ese fantasma entre la ciudadanía, como el terror atómico durante la Guerra Fría. Ahora los neoautoritarismos reaccionarios también lo están explotando, pues son expertos en azuzar pavores entre las masas con mentiras, intoxicaciones y eslóganes pegadizos servidos por las redes. En Meet John Doe (Frank Capra, 1941) Juan Nadie emergió en pleno New Deal como héroe de una democracia acosada por los mass media manipuladores, ahora necesitamos un Juan sin Miedo para exorcizar la versión 3.0. de esa plaga que amenaza con destruir nuestros valores ilustrados. El miedo nos vuelve «miediocres» (la peor de las mediocridades), hasta el punto de permitir todo tipo de atropellos, jalear caudillos, comulgar con ruedas de fanatismo y gritar «vivan las caenas». El miedo es tan contagioso como letal para la salud democrática; más que la del Covid, necesitamos urgentemente una vacuna contra esta afección cerval globalizada. Como me temo que ni ese singular antídoto ni el héroe de los Grimm van a llegar a tiempo, tendríamos que ir convirtiéndonos en un Juan sin Miedo que haga frente a la peor pandemia de la era contemporánea. O eso o convertirnos en las vainas alienadas y miediocres de la Invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956). Nunca la valentía fue un valor tan importante para nuestra supervivencia.
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