Opinión | EDITORIAL

La sanidad exige altura de miras

La compleja situación que aborda el sistema sanitario aragonés es solo la punta del iceberg de un problema que será de una dimensión mucho mayor en los próximos años si no se adoptan medidas urgentes, transversales y consensuadas entre el Ministerio de Sanidad, las administraciones autonómicas, los sindicatos médicos, los profesionales del sector e incluso los usuarios de un modelo que comenzó a tambalearse a raíz de la crisis del covid y cuyo diagnóstico ha empeorado desde entonces. El origen de esa patología es múltiple pero tiene como principales desencadenantes la escasez de profesionales, el progresivo deterioro del sistema sanitario en beneficio del negocio privado, la falta de toma de conciencia de los ciudadanos de lo que supone tener un estado de bienestar de calidad y la búsqueda de intereses individuales en detrimento del bien común.

El anuncio de la puesta en marcha de la nueva organización de las urgencias de tarde en la ciudad de Zaragoza, que supondrá que los centros de especialidades pasen a asumir la Atención Continuada entre las 17.00 y las 20.00 horas, ha movilizado a una parte de la sanidad aragonesa. Ayer se llevó a cabo una manifestación, a la que seguirá una concentración el próximo día 20 en los 124 centros de salud de todo Aragón y dos jornadas de huelga (el 24 y el 31 de marzo) con el sindicato Cemsatse como convocante de las movilizaciones.

La propuesta del consejero de Sanidad del Gobierno de Aragón, José Luis Bancalero, tiene como principal objetivo ser más eficiente en el uso de los recursos disponibles para tratar de dar respuesta a las crecientes necesidades de los pacientes, motivada por el progresivo envejecimiento de la población, entre otros factores. Sin embargo, en un ámbito tan delicado como la sanidad, la aplicación de medidas exige consensos y generosidad por la Administración y los sindicatos. Hoy, la Atención Continuada supone al año más de 650.000 consultas en la capital aragonesa, es decir, 41.500 citas más que hace seis años. Estas cifras contrastan con la escasez de profesionales de un sector en el que descansa parte de la calidad de vida de una sociedad. Pero ese escenario será todavía más sombrío en los dos próximos años, periodo en el que está prevista la jubilación de unos 600 médicos en la comunidad aragonesa, a razón de casi uno cada día hasta 2027.

Esta realidad deja claro que el problema de la sanidad aragonesa y española no es coyuntural y no se arregla solo con mayores retribuciones a los profesionales y mejoras de las condiciones laborales, que también, sino que es necesario abordar la enfermedad con seriedad y realismo. El ministerio, la DGA, los sindicatos, los profesionales y los ciudadanos han de mimar la sanidad, velar por su sostenibilidad, valorarla como lo que es y lo que ofrece y pensar que lograr su supervivencia es un éxito colectivo que hay que abordar sin más demora.

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