Opinión | EL ÁNGULO

Vuelve el sueño olímpico

La historia debería servir para no repetir errores, porque los ciudadanos no tienen por qué pagar los desencuentros políticos

Y en medio del 18° Congreso del PSOE aragonés salta la noticia que recogen todos los medios, la nueva secretaria general del socialismo aragonés y ministra de Educación y Deportes propone al president de la Generalitat, Salvador Illa, recuperar el proyecto de unos Juegos Olímpicos de Invierno para España.

El caso particular elevado a lo general que ejemplifica cuál va a ser el camino de la nueva dirección socialista en sus relaciones no solo con el partido catalán hermano sino con el Gobierno catalán. Volver a tener una alianza entre Gobierno central y ambas comunidades en defensa de un proyecto común. El intento fracasó en 2022, con un Gobierno independentista en Cataluña, con uno socialista aragonés pero claramente enfrentado al Gobierno de Sánchez. Perdimos una gran oportunidad como territorio de colocarnos en el panorama internacional, no solo del deporte, porque los Juegos Olímpicos son muchos más que eso.

De la historia se aprende o debería servir para no volver a repetir errores, porque los ciudadanos no tienen por qué ser los pagadores de los desencuentros políticos. Desde las instituciones se está para servir a todos, los que te votan y los que no, para pelear por el interés general y ante la posibilidad de una inversión millonaria que repercuta no solo en la nieve, sino en comunicaciones, hostelería o formación deportiva, quizás sería el momento de volver a levantar la bandera olímpica.

El Gobierno de Aragón muestra desde el inicio de la legislatura un apoyo firme al sector de la nieve e inversiones recurrentes en el Plan Pirineos, tiene claro que es un sector económico estratégico no solo para Huesca y Teruel sino para todo Aragón. El presidente catalán se ha mostrado receptivo al nuevo intento con la mano tendida, y el tercer ángulo, el Gobierno de España, se sacaría la espina de lo que pudo ser y no fue. Abrir la puerta a la colaboración entre administraciones de distinto signo político, y más bajo los principios del olimpismo, sería, en medio del maremoto internacional, una llama de esperanza sobre el potencial de nuestra tierra. Dejemos la contabilización de cuántas pruebas para cada uno, de cuántos atletas a qué provincias, y empecemos a pensar por dónde se construye de nuevo un sueño deportivo que a muchos de los territorios de montaña dejó tocados en el anterior fracaso. Volver a tener una mirada generosa y de medio plazo solo puede traer mejoras a Aragón, y no solo económicas, sino de vecindad con aquellos a lo que compramos, vendemos, veraneamos, trabajamos e incluso queremos. Nuestras vidas están destinadas a entenderse más o menos rápido, más o menos alto, pero sí de manera más fuerte.

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