Opinión | Salida de emergencia
Para todos los gustos y a disgusto
Hay personas que saben hablar y otras saben reír y hay algunas, las menos, que saben callar y acarician con el silencio el don de una sabiduría natural
Cada cual cree en lo que quiere creer y es lícito. Hay personas que piensan que la tierra es plana, otras son negacionistas de la ciencia y de las vacunas y las hay que consideran que el mundo fue creado en tan solo siete días como por arte de magia. También los hay que creen en los milagros, por qué no, y hay personas que incluso creen que hasta los más miserables esconden en algún lugar de su corazón un trozo pequeño de bondad, que quizá algún día aflore y nos salve de tanta maldad urdida y perseguida.
Los hay de todas estas especies, los hay doblemente salvajes y especialmente farsantes y los hay que reniegan de todas las verdades para hacer que la vida sea un meme y así pasar de puntillas sobre cualquier responsabilidad o culpa. También los hay que dejan pasar el tiempo para que las palabras y los hechos se vayan olvidando y los hay con tanta vanidad que no temen poner en riesgo al planeta solo para que sea cierto lo que ellos vaticinaron en una borrachera donde la ausencia de crítica era el motor de arranque hacia el horror.
Los hay hombres, sobre todo, y algunos de ellos tienen nombres y apellidos y son el lugar al cual una no querría llegar porque simplemente hacen del desprecio y del dogma el alimento para masas deformes y alteradas. También hay personas ocupadas y preocupadas, personas que se quitan minutos y horas a sus días para regalárselas a esos otros, multitud, que están sufriendo, quizá enfermos, quizá desvalidos, quizá ancianos a los que nadie quiere mirar a la cara porque reflejan en sus ojos las horas previas a la muerte.
Hay salvadores que no salvan de nada y los hay que solo con una palabra salvan el infinito. Los hay que atienden y los hay que desatienden y entre todos hay personas que nacen con la magia entre sus manos y a pesar de ello no alcanzan ni un rayo de esperanza con el que construir un mundo algo más justo.
Hay personas que saben hablar y otras saben reír y hay algunas, las menos, que saben callar y acarician con el silencio el don de una sabiduría natural. Hay personas plantas y hay personas animales y hay personas personas y las hay que gustan del tomate y otras de la pasta y otras de la carne o del pescado. Hay personas valientes, muchas, y es doloroso ver su destrucción, ya que aun siendo mayoría son pisoteadas porque cada cual cree en lo que quiere creer y aunque parezca mentira hay personas que creen que la vida de otras personas no es necesaria. Molesta. Hay personas para todos los gustos y a disgusto.
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