Opinión

Oscar Wilde sigue vivo

La actualidad de Oscar Wilde reside, en buena medida, en la jovialidad, en la frescura de su prosa, cimentada sobre el humor, la ironía, la paradoja; una visión alegre, optimista, pero que no oculta los defectos sociales, la ruindad individual ni la desagradable cara del mal.

En 'Un marido ideal', obra que Clara Lapetra y Alfredo Mompel acaban de versionar con inteligencia, sensibilidad, originalidad y gran éxito al frente del Aula Joven del Teatro de las Esquinas, Wilde, ya a finales del siglo XIX, anticipaba sobre las tablas de los teatros londinense los males que aquejarían a la Europa del siglo XXI: la desintegración social en castas, por apriorismos y prejuicios tendentes a desnivelar el concepto de igualdad; el imperio del dinero sobre los restantes valores; la hipocresía; la corrupción...

¡Ay, la corrupción! He aquí, desde luego, uno de los males mayores, si no el mayor, de nuestros modernos tiempos. Ya en 'Un marido ideal', –título tan irónico como el diseño de un personaje muy alejado de cualquier ideal de perfección–, Wilde la situaba en el epicentro del drama. La (ficticia) construcción de un «canal argentino», imaginaria licencia de aquel otro Canal de Panamá que verdaderamente comenzaba a excavarse entonces, abrirá la caja (la escénica de Wilde y las cajas fuertes de los protagonistas del melodrama) a un intercambio de intereses. Para que el «canal argentino» obtenga el plácet del gobierno británico, el «marido ideal» deberá meterse hasta los corvejones en el fango de unas corruptelas, al parecer, tan extendidas entre las clases altas argentinas como en las inglesas. Así la política, en manos de Wilde, será una antorcha ardiendo al fuego de la ironía. «En las veladas políticas, se habla de todo menos de política»; o esta otra paradoja: «El principio de un líder es no escuchar a nadie. Si lo hace podría cambiar de opinión, y eso es algo que jamás debe ocurrir». Juegos de palabras con las que el público sonríe primero y piensa después.

Del Aula Joven del Teatro de las Esquinas, semillero de talentos, hay que destacar el entusiasmo y calidad de sus jóvenes figuras y voces, llenas de ilusión y futuro (algo que para mí, y seguramente también para Wilde, sería la misma cosa).

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