Opinión
La piedra en el zapato de Azcón
El presidente de Aragón deberá decidir entre aprobar unos presupuestos condicionados por la ideología de Vox o tratar de ser fiel a sí mismo y sufrir el desgaste de la inestabilidad

El presidente del Gobierno de Aragón, Jorge Azcón, comparece en las Cortes. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA
Los juegos de la política suelen resultar peligrosos porque un paso en falso puede pasar una factura elevada. Numerosos son los ejemplos que así lo evidencian, pero quizá el más palmario es el hundimiento de Ciudadanos tras el salto al vacío dado por Albert Rivera al rechazar un pacto con el PSOE en 2019 que le hubiera abierto las puertas del Consejo de Ministros de par en par. Pero eligió el camino equivocado y su formación comenzó a perder fuelle hasta que desapareció. A Podemos le ocurrió algo similar, aunque su caída ha sido más sostenida en el tiempo y es achacable a otros factores bien distintos. En definitiva, todos los partidos, incluidos el PSOE y el PP, han sufrido un importante traspié tras una mala decisión estratégica. La política es como el ajedrez, un juego en el puedes perder una torre o un caballo si no estás a lo que celebras o encontrarte con un jaque mate si el error es mayúsculo.
La legislatura camina hacia su ecuador en Aragón tras casi dos años de cierta tranquilidad en las filas del PP de Azcón, tan solo interrumpida por la salida de Vox del Ejecutivo autonómico, en julio de 2024. Pese a dejar el Pignatelli, el partido de Abascal no quiere perder el foco, ni a nivel nacional ni en las comunidades en las compartía poder con los populares. Menos aún en un momento en el que la ola ultraderechista recorre media Europa y las encuestas le son favorables, lo que avala una estrategia que les está dando resultados, a pesar de resultar irracional, perjudicial para la convivencia y muy lejana de los estándares que tradicionalmente han distinguido a España y al viejo continente.
Sea como fuere, los votos de Vox son hoy determinantes para sacar adelante iniciativas tan relevantes como los presupuestos de Aragón, unas cuentas que podrían ver la luz a mitad de año si finalmente Azcón decide abrazar la estabilidad en detrimento de la ideología. Pero para lograrlo tendrá que aceptar alguno de los postulados que abandera el partido de Abascal, y eso, en definitiva, va en contra de lo que representa el PP más moderado, que es el que encarna el presidente aragonés. Quizá el toque de queda que puede estar sonando en Génova influya de forma determinante en este posible cambio de rumbo, tal y como certifica lo ocurrido recientemente en la Comunidad Valenciana.
Algunos postulados de la ultraderecha incomodan y pueden crear tensiones en el seno del propio Gobierno de Aragón
El escenario en Aragón es, por tanto, algo más complejo para un Ejecutivo que tiene ante sí el dilema de sacar adelante unos presupuestos o prorrogarlos. Cualquiera de las dos decisiones tiene importantes implicaciones, si bien todavía queda una incógnita por despejar, que no es otra que el precio que exige Vox a cambio de sus votos. Y eso es algo absolutamente imprevisible, que dependerá de la dirección nacional del partido verde y de su arbitrariedad. No obstante, poner coto a la entrada de menores migrantes parece ser la principal exigencia, como quedó patente el viernes en las Cortes de Aragón, donde Azcón subrayó: «condeno la inmigración ilegal, ahora antes y siempre».
Más allá de la inmigración y algunas otras cuestiones vinculadas a la ideología, (que son las más delicadas) las peticiones de Vox desde la perspectiva económica (reducción de impuestos, básicamente, y habilitación de algunas partidas) son asumibles para Azcón porque el ciclo acompaña y los ingresos autonómicos podrían hacerlo posible. Además, las expectativas son optimistas. Pero no ocurre lo mismo con algunos postulados de la ultraderecha que incomodan y pueden tensionar en el seno del propio Gobierno de Aragón.
Hace menos de dos años, Vox se convirtió en el mejor argumento del PSOE de Pedro Sánchez para arrebatar la Moncloa a un Alberto Núñez Feijóo que ya preparaba la mudanza. No fue así, porque un pacto precipitado en la Comunidad Valenciana entre el PP y Vox desencadenó un cambio de tendencia inesperado en las elecciones generales. Hace poco más de una semana, la dirección del PP avalaba un pacto con Vox para que Mazón sacara adelante los presupuestos, a pesar de su negligente gestión de la DANA. Hoy, el resto de barones pueden seguir esa senda sin saber todavía cuál será el precio a pagar.
El PP, Azcón y el resto de líderes populares se enfrentan a un dilema: jugar a ser lo que no eres o ser fiel a ti mismo con el riesgo de caer en una inestabilidad que conforme se acerque el 2027, año electoral, será más difícil de capear. El tiempo dictará sentencia.
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