Opinión | erre que erre

Zaragoza

Protestas en las calles de Zaragoza

Manifestación 'Zaragoza no se vende' contra la gestión del ayuntamiento, celebrada el 23 de marzo.

Manifestación 'Zaragoza no se vende' contra la gestión del ayuntamiento, celebrada el 23 de marzo. / Miguel Ángel Gracia

Se dice que los zaragozanos están volviendo a tomar las calles de la capital para protestar por algunas de las cuestiones que les atañen y no les gusta. Es cierto que en los últimos meses han surgido nuevos colectivos que demandan acciones concretas sobre cuestiones puntuales y se han dejado oír en las calles. Y el domingo pasado se vio una manifestación en el centro que reunió a bastantes personas que representaban a casi medio centenar de colectivos organizados contra distintas políticas del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza

¿Esto significa que vuelve a emerger el espíritu vecinal? Vamos a verlo. Lo que ha pasado en la capital, igual que en la mayoría de grandes ciudades españolas, es que estamos en otra fase de ese movimiento. Surgió en los últimos años del franquismo, finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado, tuvo fuerza con los primeros pasos de las corporaciones democráticas en la década de los 80 y empezó a tener una etapa de transición conforme los ayuntamientos elaboraban proyectos de barrios y se fueron haciendo más débiles por la falta de líderes, ya que los partidos de izquierda ficharon a muchos de ellos para los ayuntamientos (casos como los de Ricardo Berdié y Ramón Magaña, por ejemplo), por los cambios sociales de los barrios y, ya en este siglo, por la llegada de colectivos de izquierda vía Podemos.

Ahora ocurren dos fenómenos: que los colectivos de izquierda están en contra de las políticas de PP y Vox en el Ayuntamiento de Zaragoza, se organizan y salen a protestar, algo que debemos de considerar normal. Y que el PP de Natalia Chueca no le ha dado ninguna importancia a la Participación Ciudadana hasta que ahora ha visto, empezando por los cambios de las líneas del bus, que se le puede complicar el altavoz de la calle.

No es muy normal que habiendo un concejal de Participación Ciudadana, Alfonso Mendoza, en las últimas semanas se haya nombrado a otra concejala, Pilar Cortés, responsable de los distritos. Parece un recambio aunque desde el ayuntamiento nunca se dirá eso. Pero lo cierto es que nunca un edil de Participación Ciudadana había tenido tan poco protagonismo. Y por allí no solo ha pasado la izquierda, también la derecha y, por ejemplo, concejales que fueron como Octavio López dejaron un buen poso en los barrios. Ahora, ni los plenos de las juntas de distrito, que hace unos años eran noticia, tienen repercusión alguna. Si es que se hacen.

Ahora estamos en esa nueva etapa de protestas en las calles por asuntos puntuales (cada decisión municipal tiene su coordinadora en contra) en la que los colectivos de izquierda van a pisar el acelerador. Aunque también protestará alguien que votara al PP. Bienvenido sea porque así, el ayuntamiento parece que se va poniendo las pilas de la participación ciudadana. 

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents