Opinión | EDITORIAL
El gran dilema de la apertura del comercio en festivo
El principal argumento para liberalizar la actual norma es económico: más ventas, más ingresos y más competitividad frente a las plataformas del comercio electrónico. No se puede negar que estas aperturas pueden representar una oportunidad para impulsar el crecimiento financiero, atraer turistas y dinamizar sectores clave en tiempos de incertidumbre económica. Entre otros aspectos, quienes apoyan esta flexibilización, también tienen en cuenta la demanda de los consumidores y de los propios empresarios.
Sin embargo, esta perspectiva práctica y económica tiene un coste que no debe pasarse por alto. Detrás del funcionamiento de los grandes comercios hay trabajadores cuyas vidas se ven directamente afectadas al no poder conciliar, lo que provoca en muchas ocasiones que se incremente la conflictividad laboral. Además, el impacto no solamente se limita al esto, también pone en peligro la estabilidad y el mantenimiento del pequeño y mediano comercio, que muchas veces constituyen la esencia y el carácter de los barrios. De hecho, en Zaragoza el número de locales cerrados crece año tras año. No hace falta fijarse demasiado para ver negocios con persianas cerradas en el centro de las principales vías de la capital. Según la última estimación de ECOS, las 111 calles más comerciales de la ciudad concentran algo más de 2.000 establecimientos sin actividad. En la última década han tenido que competir con crisis económicas, la apertura de centros comerciales y el imparable incremento del comercio electrónico.
Este debate no trata solo de abrir puertas, trata de decidir qué tipo de sociedad queremos. Sí, hay negocios que viven principalmente del turismo y tienen la necesidad, casi la obligación, de abrir en festivo. Muchas tiendas de souvenirs del entorno de la plaza del Pilar incrementan su volumen de ventas estos días. Y este tipo de comercios ya pueden abrir los 365 días del año. Así lo recoge la norma de Zona de Gran Afluencia Turística (ZGAT) aprobada en Aragón en 2013. Hay que reflexionar. El debate está abierto y será necesario dialogar con las grandes superficies, el pequeño comercio, los trabajadores y los consumidores para llegar a un punto de equilibrio que respete las necesidades de todos los actores implicados. Abrir o no abrir, esa es la cuestión.
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