De la bronca a la propuesta

El Partido Popular celebró durante el pasado fin de semana su 27ª reunión interparlamentaria en Sevilla, donde se reunieron varios centenares de parlamentarios conservadores. En su alocución de clausura, Alberto Núñez Feijóo pareció abandonar su empeño por tumbar a toda costa y lo antes posible al gobierno del PSOE y Sumar. Cuando prácticamente se cumplen los tres años de su encumbramiento a la presidencia del PP, Feijóo quiso proyectar su mirada hacia el futuro, esto es, en el final del mandato de Pedro Sánchez, previsto para 2027, dentro de más de dos años. El PP asume sin ambages que, pese a su victoria del 23 de julio de 2024, el ejecutivo de Sánchez, fruto de complejas alianzas políticas, es perfectamente legítimo y democrático. Feijóo dejó claro, en este aspecto, que descarta cualquier intento de moción de censura, inviable por otra parte, contra el presidente del Gobierno. «Llegaremos un poco más tarde, pero llegaremos bien».

El deber del PP no es otro, recalcó con solemnidad su presidente, que mostrar que hay «otro camino», que existe una alternativa al actual gobierno de coalición. Para ello exigió a todos los presentes trabajo y tenacidad. Es decir, esforzarse para hacer llegar su programa y su proyecto. Convencer a los ciudadanos de que el PP, que se enorgullece de ser un partido de Estado, no solamente puede gobernar, sino que es conveniente que lo haga. En uno de los vídeos proyectados en las enormes pantallas se señalaba: «Somos la política que escucha, somos la política que resuelve, somos la política que sirve». Sin embargo, en el mismo discurso en que apeló a la política en mayúsculas, a las ideas y a actuar desde los valores, el líder popular abundó también en el discurso tremendista. Así, por ejemplo, denunció el «despotismo sanchista», amén de acusar a Sánchez de convertir España en una «república bananera» y de haber apostado por la «deshonra y el desgobierno».

Por lo visto y oído en Sevilla, el PP va a seguir combinando el ataque duro contra Sánchez en todos los flancos con una voluntad más constructiva, imprescindible para hacerse merecedor de la confianza y los votos de las zonas templadas del electorado. Se expone a diversos riesgos. El ruido del choque constante con el Gobierno también puede dificultar que su mensaje llegue con la nitidez debida a los ciudadanos. Mostrar la gestión desde las comunidades autónomas y ayuntamientos como prueba de que es capaz de poner en práctica sus propuestas es difícil sin poder aprobar presupuestos allí donde eso depende de Vox, pero las exigencias que sus exsocios plantean a cambio corren el riesgo de distorsionar ese mensaje. 

El PP cuenta con una mayoría de diputados en el Congreso, así como una mayoría absoluta en el Senado. Es en estos foros, en su acción de gobierno y en foros parlamentarios, donde puede evidenciar que tiene ideas atractivas que ofrecer y que es capaz de anteponer el interés de España al tacticismo partidista cuando es necesario. Feijóo reclamó a Sánchez nuevamente que lleve los presupuestos a las Cortes o bien se marche. También pidió explicaciones sobre las inversiones millonarias en defensa que Sánchez pretende llevar a cabo. El PP hace bien en exigir a Sánchez que detalle sus planes y los lleve a las Cortes, pero debiera al mismo tiempo aprovechar la oportunidad para ofrecer su apoyo en este asunto trascendental.

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