Opinión

Los Bañales, un lujo para Aragón

Hacía tiempo que deseaba visitar Los Bañales, una ciudad romana de unas 20 hectáreas, ubicada en el término municipal de Uncastillo, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de España. Es un lujo para Aragón poder contar con esta ciudad romana, con un valor extraordinario, pues ya en el siglo I a. C. se convirtió en un enclave estratégico para Roma cuando el emperador Augusto realizó su tercer viaje a la península, viaje que motivó la fundación de Caesar Augusta.

Llamé a Javier Andreu, director científico de este yacimiento, y me brindó la posibilidad de sumarme, hace unos días, a un grupo de personas mayores, jubilados como yo, que procedían de un centro cultural de Barañáin, Navarra, un total de 150 personas que lo visitaban ese día y con quienes compartí una jornada apasionante.

También coincidí con un animadísimo grupo de alumnos de un colegio de la zona. Quien esté interesado puede informarse en las redes sociales del proyecto y seguro que se anima como yo a visitarlo de manera presencial. Quedé muy impactado por la riqueza arqueológica que se puede ver y por las doctas explicaciones de su director y de su equipo técnico, quienes nos mostraron una maravillosa urbe romana en la que se pueden descubrir los vestigios de una gran civilización, que tanta influencia ejerció en todo el arco mediterráneo.

Durante la visita, creo que me trasladé a la época romana, no con la imaginación, sino presenciando algunos de los restos que pude ver y que formaron parte de esa ciudad: las termas, el foro, las calles, el barrio artesanal, las áreas residenciales o el acueducto, que se cuenta entre los más antiguos de España. Además, visitamos el museo en el municipio de Layana, un centro de interpretación moderno y domotizado donde el Ayuntamiento, que se ha distinguido por su empuje al proyecto, expone parte del material arqueológico recuperado en ya casi veinte consecutivas campañas de excavación

En el recorrido que hicimos pude darme cuenta de que este proyecto es de una enorme complejidad, que sale adelante gracias al empuje de Javier Andreu, catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Navarra y de su equipo de investigadores, doctorandos, voluntarios y, en verano, también de los becarios que se forman excavando en el lugar, muchos venidos desde distintos puntos de nuestra geografía española y mundial.

Para este verano, está previsto que vengan de Ucrania, Polonia, Holanda, Reino Unido, China, Estados Unidos, Chile o Argentina. El proyecto, y sobre todo el programa de becas, está financiado por la Comarca de Cinco Villas y por los ayuntamientos de Uncastillo, Sádaba, Biota y Layana. El yacimiento suele recibir unas 4.200 visitas guiadas cada año, atendidas de forma voluntaria y altruista por los miembros del equipo de investigación; asimismo, se han concedido ya 850 becas de formación a estudiantes universitarios para las 18 campañas de excavación arqueológica que se han realizado ininterrumpidamente desde 2009.  

Después de lo que he visto, y de la conversación que tuve con el alcalde de Layana, Jesús Gay, pienso que sería bueno difundir con mayor énfasis y a todos los niveles este extraordinario yacimiento, y reflexionar sobre su impacto cultural, social y económico.

Hoy, cuando tanto se habla del desarrollo rural, debiera considerarse como prioritario todo lo que significa impulsar aquellos proyectos que se realizan en los territorios rurales y todavía me encuentro con muchas personas de nuestra geografía que desconocen la importancia del patrimonio histórico y cultural de buena parte de nuestro Aragón.

Y en el caso de esta ciudad romana, sería deseable, además, que se resuelva la cuestión de su propiedad -todavía privada pese a ser Bien de Interés Cultural-, que los aragoneses conozcamos su importancia y que las instituciones se impliquen -ya lo hacen las locales pero hace falta más- en seguir facilitando su investigación, y que este enclave arqueológico, histórico y cultural pueda contribuir al desarrollo de los municipios rurales de su entorno geográfico y al conocimiento de una parte esencial de nuestra propia historia común. 

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