Opinión | EL RINCÓN DE PENSAR
Llegó la hora de mirar a Arcosur
La de Arcosur es una historia con multitud de renglones torcidos y que se lleva escribiendo a trompicones desde que Zaragoza decidió organizar una Expo en 2008 y la única forma de conseguir un recinto como el de Ranillas fue que Ibercaja pusiera su músculo financiero encima de la mesa. Y de que las instituciones le compensaran con un experimento llamado Arcosur que iba a tener más de 20.000 viviendas en el sur de la ciudad. Así nació un macroproyecto que, al estilo de otros muchos en la España del ladrillo y el pelotazo urbanístico, se dio de bruces con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la mayor crisis económica a escala mundial de las últimas décadas.
Sus primeros habitantes entraron en sus casas cuando todo apuntaba a un fiasco del ayuntamiento que les dejaría tirados. Se apiñaron en torno a una asociación guerrera que todo lo que ha conseguido ha sido a base de golpear las puertas de la casa consistorial y de asumir desde el principio que ese páramo convertido en hogar iba a ser muy difícil hacerlo despegar.
Y mientras toda Zaragoza y Aragón sacaban pecho de su recinto Expo y del Parque del Agua construidos en esa huerta de Ranillas, y después se vendían proyectos para esa posExpo que también tardó en levantar el vuelo (ha tenido tantos proyectos fallidos que ya muchos ni se recuerdan), ellos se toparon con la cruda realidad de un consejo rector plagado de constructores al borde del abismo e impagos que ahogaban sus aspiraciones en deudas y una urbanización imposible de acabar. Entró en escena la Sareb, ese banco malo que en su caso evitó una quiebra irremediable, y fue absorbiendo propiedades y metros cuadrados con esa aspiradora de activos tóxicos de los que los tenedores del suelo no les importaba desprenderse. Eso era cuando el valor de esos terrenos era de cero euros y las cargas que les acompañaban una losa imposible de soportar. Era una cuestión de dejar caer Arcosur o sus empresas y ahí la decisión siempre es la misma. Eso sí, ese experimento ya tenía a gente viviendo dentro.
Así que después de todo este tiempo, y de decisiones tan importantes como la de acometer la urbanización por fases y no toda a la vez, resulta que en este 2025 las administraciones, la DGA en concreto, busca suelo para construir vivienda en Zaragoza. Y he aquí este páramo, que se convierte en vergel y resucita esa vieja aspiración que facilitó la Expo. Es la hora de Arcosur, sin duda, de apostar por una zona de la ciudad que ya le toca sentirse parte de ella.
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