Opinión | Sala de máquinas
Universo Proust
Que Marcel Proust es uno de los autores más relevantes del siglo XX es algo que casi nadie duda.
Como tampoco la ofrecerá en mayor medida que sus muchos lectores y admiradores lo sean, sobre todo, en base a su obra magna: En busca del tiempo perdido. Novela total, abarcadora de una época y de una estética que, aún agotándose en sí misma, y sin relevo posible, prosigue en el siglo XXI irguiéndose como una columna nuclear en el templo de la literatura universal.
Y, sin embargo, Proust escribió, además, otros muchos textos. Algunos tan interesantes como los primeros que redactó, en su mayoría para la revista Le Mensuel, y que ahora llegan hasta nosotros. Son las críticas, los comentarios, los artículos que, en una interesante miscelánea, acaba de recoger el sello Carpenoctem en un muy curioso volumen titulado Proust, un cierto misterio y prologado de manera esclarecedora por Joaquín García Martín.
La selección de Carpenoctem incluye reseñas de arte, reflexiones filosóficas y literarias y, a modo de unas primeras intuiciones o exposiciones de carácter poético, el embrión de los que iban a ser los grandes temas proustianos, escritos a base de pinceladas descriptivas sobre el cimiento de la evocación memorística trufada con la belleza estética de una imaginación aplicada a los recuerdos de la realidad. De la adolescencia y los primeros amores; de la madurez y los primeros dolores del espíritu decepcionado por un amor que no siempre soportará la convivencia. Ese tono ya único del temprano Proust, a veces majestuoso, a menudo irónico, servirá para que los protagonistas de la belle époque parisina desfilen como cisnes en un estanque de lotos, y para que los paisajes, a la luz de las maravillosas frases proustianas, brillen por sí mismos como luceros en el cielo de París.
Igualmente recomendable, a fin de completar el conocimiento de este autor, deviene la lectura de El indiferente y otros relatos. Una serie de cuentos de Marcel Proust recogidos por la editorial Funambulista. En ellos, el talento del genio supera con creces sus primeras crónicas, para acercarse en buena medida a las orillas de El tiempo perdido. Lujuria, decadencia, esteticismo... Cierto, sí, pero también lo sería que nadie como él ha sabido recuperar la emoción y belleza del tiempo perdido.
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