Opinión
Un cretino
Una de esas palabras del castellano que usamos cuando no sabemos con qué clase de individuo nos las estamos viendo sería 'cretino'.
Según el diccionario de la Real Academia, su primer significado es relativo a los pacientes de 'cretinismo', enfermedad propia de zonas muy deprimidas (en el documental sobre Las Hurdes de Buñuel aparecen varios 'cretinos'); esa epidemia está hoy, por suerte, casi extinguida.
La segunda acepción del término 'cretino' significa, para la RAE: "Estupidez, idiotez, falta de talento". Es la que mejor se ajusta a Donald Trump.
Este cretino norteamericano, elevado a la posición de hombre más poderoso del mundo por una concatenación de circunstancias y errores que el futuro tratará de explicar a modo de un profundo e inexplicable vacío en la capacidad crítica, analítica, en la dignidad y voluntad de nuestro presente, está llevando el caos a medio universo.
La estupidez, la idiotez y la falta de talento de Donald Trump serían, son suficientes para tratar por todos los medios legales de apartarlo de un poder que jamás debió ocupar, pero a estas facetas de su limitado intelecto y estúpida personalidad hay que añadir la idiotez, la maldad y el rencor que en la mayoría de sus acciones aflora. Este cretino se complace en hacer daño y en dañar a los demás. Primero los desprecia, ya sea mujer, negro, un emigrante, periodista, miembro del partido demócrata; luego los insulta y denigra; finalmente, si puede, los humilla, denuncia, despide, aniquila.
No sólo a las personas a las que considera, más que rivales o adversarios, enemigos; también a las instituciones, comenzando por la propia democracia norteamericana, pulverizada en su división de poderes, en su ejemplaridad y limpieza por este cretino ignorante de la más mínima educación institucional. Un energúmeno, un fascista -un cretino, en definitiva-, que impulsó y animó un golpe de estado, la invasión y violación del Capitolio por turbas de fanáticos que creían en sus mentiras, y que, inconcebiblemente, no fue inhabilitado por los jueces para cargo público. Pudo presentarse de nuevo a las presidenciales, con las consecuencias que lamentamos.
¿Demagogo, dictador, payaso? Sí, pero, sobre todo, un cretino.
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