Opinión
Zaragoza y el tranvía que no fue
La ciudad afronta el reto de convertirse en una urbe de referencia en la próxima década, pero ha conjugar el crecimiento demográfico y una movilidad ordenada y sostenible si no quiere descarrilar

Tranvía en la Gran Vía de Zaragoza. / EUROPA PRESS
Los retos a los que se enfrenta Zaragoza son muchos y muy diversos, pero quizá uno de los más importantes sea el de la movilidad. Las expectativas de la capital aragonesa no están alejadas de una realidad que se traduce en un incremento demográfico sostenido que pivota sobre varios factores que la hacen atractiva: su elevada calidad de vida, un ecosistema alineado con el desarrollo de la industria y la tecnología y un fuerte impulso del sector servicios. Sin embargo, llevar a cabo una transición ordenada hacia ese nuevo escenario, manteniendo criterios de sostenibilidad y de igualdad entre los ciudadanos, es una tarea complicada. Los casos de Barcelona, Madrid, pero sobre todo los de Málaga y Mallorca evidencian que es necesario tener una estrategia y un plan a medio y largo plazo para evitar colapsar y proyectar una ciudad del siglo XXI en todos los sentidos. Y en este escenario, la conectividad y la movilidad serán determinantes.
La alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, apuntó esta misma semana su deseo de que la línea 1 del tranvía se prolongue y conecte con Arcosur, un barrio que albergará en el plazo de unos años más de 70.000 ciudadanos, y que está llamado a ser una zona de expansión como en su día lo fue Valdespartera. No es el único distrito que emergerá en los próximos años. La capital aragonesa también verá crecer Parque Venecia 2 y hoy son muchos los desarrollos urbanísticos que se están localizando en el área metropolitana de Zaragoza al calor de importantes inversiones empresariales, lo que elevará la población y hará más necesario que nunca articular medios de transporte sostenibles, accesibles y asequibles.
La apuesta de Chueca, impulsada por una propuesta de Vox pero que anteriormente también plantearon otros partidos como el PSOE y el propio PP, quizá llegue tarde, pero lo importante es que se ejecute, porque la Zaragoza de los 800.000 habitantes, a la que aspira llegar en la próxima década, requiere no solo de una prolongación del tranvía hasta Arcosur, Plaza o incluso al aeropuerto sino de una línea 2 que vertebre la capital aragonesa de este a oeste. Porque el éxito de la línea 1 es incontestable y así lo certifican los usuarios y la propia ciudad en su día a día. Sin duda, hay que preguntarse cómo y quién puede acometer un gasto que puede superar los 200 millones de euros, pero la cuestión más importante a resolver es si Zaragoza quiere jugar en la Primera División de las urbes del continente europeo o se conforma con mantener su actual estatus.
La Zaragoza de los 800.000 habitantes necesitará una segunda línea del tranvía que vertebre la ciudad y la haga más sostenible, habitable y accesible
En España existen hasta nueve ciudades en las que es posible desplazarse en metro. Son Madrid, Barcelona, Bilbao, Málaga, Sevilla, Alicante, Palma de Mallorca, Valencia y Granada. Pero en esa nónima no figura Zaragoza, a pesar de que es la cuarta en población, si bien su zona de influencia no es tan densa demográficamente como otras capitales. No es que la capital aragonesa deba tener una red de transporte de mayor nivel por real decreto, sino porque lo necesitará más pronto que tarde.
Es evidente que el coste (o inversión, según se mire) es elevado, pero también lo es que el positivo ciclo económico de los últimos años –con mayores ingresos públicos, tanto en el Ayuntamiento de Zaragoza como en el Gobierno de Aragón– era propicio para poner en marcha una infraestructura de estas características. Además, el escenario venía acompañado de fondos europeos con los financiar esa segunda línea. Con todo, el aprovechamiento de esos recursos ha sido óptimo. La ciudad ha recibido más de 120 millones de euros (datos de junio de 2024) del Fondo de Recuperación Next Generation de la UE, una cifra solo superada por Madrid, lo que ha permitido comprar autobuses eléctricos, trabajar en la regeneración de las riberas del Huerva y recuperar otros proyectos de ciudad. Pero ahora toca pensar en nuevos desafíos, y la movilidad ha de ser una prioridad.
Zaragoza figura hoy en el puesto 52 entre las urbes más avanzadas del mundo, según el Smart City Index que publica el International Institute for Management Development (IMD). El informe, en el que también aparecen Bilbao, Madrid y Barcelona, mide indicadores objetivos relativos a la movilidad, la digitalización, la seguridad, la gobernanza y la sostenibilidad. En el último año, la capital aragonesa ha escalado posiciones gracias a la digitalización de los servicios municipales, la economía circular y la implantación de las energías renovables, pero es hora de abordar el reto de la movilidad para situar Zaragoza en el lugar que merece.
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