Opinión | SALA DE MÁQUINAS

¿Disidentes?

Fruto del pragmatismo en que se viene moviendo la política española es la veneración —tenga o no razón—, al jefe, al presidente, líder o secretario general. Cuestionarlo, abrir contra su «verdad» discusiones ideológicas, estratégicas o programáticas es algo que ni en el PP ni en el PSOE se lleva ya, evitándose de principio como práctica y condenándose incluso cuando, aunque sea excepcionalmente, alguien pida votaciones, congresos extraordinarios o celebración de primarias.

En el ámbito socialista, Pedro Sánchez está logrando captar y aglutinar opiniones y votos de compañeros que le eran adversos. La pobre y plana praxis del reciente proceso de «recambio» de líderes regionales, donde no ha habido oposición ni debate alguno, ha demostrado esa tendenciosa, por interesada, unidad. Hay, sin embargo, discrepantes. Socialistas a los que no les gusta el estilo de gobernar ni la política del compañero Pedro.

En Zaragoza, Juan Antonio Sánchez Quero, presidente de la Diputación Provincial, parece dispuesto a mantener sus posiciones en la demarcación zaragozana, en oposición a la nueva secretaria regional Pilar Alegría, sanchista de portavocía y pro.

En Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, aunque no haya dado pasos orgánicos de cara a su postulación como alternativa, persiste en su línea de independencia crítica.

Exactamente igual que quien sigue siendo referencia de ambos, Felipe González. El expresidente del Gobierno y de la secretaría general del PSOE discrepa de Sánchez en su obstinación por gobernar con nacionalistas —Junts, Bildu…— y con partidos de izquierda —Sumar, Podemos…— a los que González no tiene simpatía. Tan poca que suele comparar a Vox con Bildu, situándolos a ambos extremos del arco parlamentario, en una zona anticonstitucional que los invalidaría para cualquier acuerdo o alianza. A juicio de González, tan inmoral sería un acuerdo PP-Vox como un pacto PSOE-Bildu. Es evidente que Felipe no olvida ni perdona la relación de Bildu con ETA, el apoyo de sus cuadros a los crímenes, la larga batalla del Estado español en el País Vasco para mantener el territorio unido y alumbrar la paz.

¿Qué serán, en cualquier caso, con respecto al socialismo sanchista, Felipe, Guerra, Solana, Lambán, Page, Quero…? ¿Disidentes? ¿Estrategas? ¿Críticos? ¿Rivales? ¿Enemigos?

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