Opinión | Especial 23A

¿Qué podemos hacer por nuestra nación?

Preguntarnos qué ha ocurrido en Aragón, en España, durante los últimos 25 años, deberá llevarnos a poner sobre la mesa la siguiente cuestión: ¿Qué queremos que ocurra ahora?

Mi vocación personal y política me lleva siempre a observar la realidad para ponerla en positivo, para hablar de futuro, y preguntarme qué podemos hacer para construir un Aragón y una España fuertes, de nuevo. El noble ejercicio de la política se basa por lo tanto en ese punto de partida constructivo.

Parafrasear a J.F. Kennedy en su discurso de investidura, en 1961, es irnos muy atrás de lo que propone El Periódico, pero sigue vigente, y aplica para los aragoneses y, por tanto, españoles: "No preguntes qué puede hacer tu país por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tu nación".

Hoy, como presidenta de las Cortes de Aragón, invito a fomentar ese trabajo constructivo, siempre pensando en los jóvenes que protagonizarán el avance de España.

Hablemos, pues, de futuro, para lo que es importante poner en evidencia lo que ha ocurrido durante estos años, más allá del avance económico y social España en Europa.

Hemos tomado conciencia de la importancia de nuestra nación en Europa, y de lo imprescindible que es el papel de los patriotas en el contexto político. Sólo mediante naciones soberanas y autosuficientes en energía, que no dependan de terceros, se podrán garantizar facturas de luz y gas al alcance de cualquier ciudadano que trata de ganarse la vida honradamente. De nada sirve presumir de tener espacio, viento y sol; si la única reacción es plagar nuestro paisaje de placas y molinos sin ordenación para lucro de fondos extranjeros, como podrá ocurrir en el Maestrazgo turolense.

Hemos tomado conciencia de la necesaria fortaleza de Aragón y de España frente a la amenaza del independentismo catalán. Lo hemos tenido muy presente hace escasos días, con la exposición de 33 obras originales en el Real Monasterio de Santa María de Sijena. Tuvieron que pasar décadas de litigios hasta que al fin a Aragón se le reconoció lo que le corresponde. Y seguimos inmersos en la lucha por los 43 bienes que aún están pendientes de entrega.

Un separatismo catalán tan excluyente que no tuvo reparos en echar al traste el sueño del Pirineo aragonés para unos Juegos Olímpicos de Invierno. Los valles del Pirineo aragonés merecen el mismo estatus que los catalanes. Los Juegos Olímpicos de verano en Barcelona 1992 fueron todo lo contrario. Los aragoneses y españoles nos alegramos, por supuesto, ya que se trataba de un proyecto que trascendía la parcela deportiva y nos posicionaba ante los ojos del planeta. Esa es la esencia a la que debemos regresar, alejados de las ambiciones supremacistas del independentismo.

Un separatismo catalán tan excluyente que no tuvo reparos en echar al traste el sueño del Pirineo aragonés para unos Juegos Olímpicos de Invierno

También hemos visto cómo la madurez de nuestra democracia ha permitido diversificar las opciones políticas, hasta el punto de que en esta legislatura tenemos a ocho sensibilidades políticas representadas en nuestra Cámara.

Son esas voces las que han puesto en evidencia, y nos han ayudado a tomar conciencia sobre cuestiones tan relevantes como la pérdida de seguridad en las calles a consecuencia de la inmigración ilegal. Las mafias y quienes colaboran con ellas crean problemas y sufrimiento tanto a sus víctimas, engañados para venir a España sin expectativas, como a los ciudadanos, que vemos atacada nuestra identidad y seguridad. No es casualidad que los robos con violencia en Aragón hayan subido un 30%.

La precariedad de nuestro campo frente a la competencia desleal extranjera, la excesiva burocracia y fiscalidad a la que se enfrenta cualquier emprendedor o la necesidad imperiosa de crear oportunidades de vivienda digna a los 47.000 jóvenes aragoneses que desean emanciparse son otros de los retos que como sociedad tenemos por delante.

Hemos tomado conciencia, y ha supuesto un gran avance para expresar libremente qué es lo que queremos, y qué podemos hacer por nuestra nación. En Aragón, en España, miramos hacia el futuro para ser grandes de nuevo.

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