Opinión | Sala de Máquinas

Libros sobre asesinos

El libro de Luisgé sobre José Bretón ha terminado su andadura peor de lo que la comenzó, siendo retirado de la circulación por la editorial Anagrama. Tras las protestas de los lectores, el rechazo de los libreros y la polémica ciudadana, el volumen ha pasado a mejor vida.

La censura de un libro no es la mejor noticia para la libertad de expresión. Pero seguramente tampoco resultó bueno el método elegido por el autor, al contar desde un principio, de excluyente modo, tan solo con la argumentación del asesino. Sin tan siquiera contrastar los juicios o reflexiones de la madre de aquellos dos inocentes niños tan inconcebiblemente asesinados por su monstruoso padre, uno de los peores criminales de nuestra historia. Y sin cotejar tampoco otras opiniones de allegados a la familia o expertos en este atroz infanticidio. 

Ese error de base, el de dar pábulo únicamente al mensajero del mal, al verdugo, ha condenado a la guillotina un libro que se ha comparado absurdamente con A sangre fría, de Truman Capote. Olvidando que Capote dedicó diez años a la investigación sobre el asesinato de la familia Clutter, en base a una estricta indagación de hechos reales y testimonios que contribuirían a esclarecer distintos y contrastados aspectos de aquellos salvajes e incomprensibles asesinatos.

Hace algunos años, coincidiendo con la sospechosa muerte de la niña Asunta Basterra, tuve la oferta de una importante editorial para escribir acerca del caso. Debía hacerlo de inmediato, antes de que se enfriase su fuego mediático, desplazándome a Galicia para hablar con los padres de Asunta, dispuestos a recibirme y proporcionarme información. 

Lleno de dudas, le comenté al editor que, desde mi punto de vista, los padres eran culpables de la muerte de su hija adoptiva. El editor me repuso que el asunto estaba sub iudice y que esa presunta autoría, de acertar yo en mi pronóstico, no se publicaría en sentencia firme hasta transcurridos unos cuantos meses. Mi libro saldría antes.

No acepté. De haberlo hecho, me habría encontrado en una situación como la de Luisgé en relación con Bretón y, sobre todo, con respecto a los lectores. ¿Hice bien? Bien, fue lo que hice. 

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