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Opinión | Salida de emergencia

Un 28 de abril de 2025

Este apagón demuestra que somos frágiles y mortales, que la vida está llena de cosas necesarias y que nos hemos olvidado de gestionar nuestro tiempo

El día amanecía tranquilo, primaveral, casi veraniego, hasta que a las 12.32 del mediodía la Península Ibérica sufría un apagón del que a estas horas, ocho de la tarde del lunes 28 de abril, muchas zonas de España todavía no se habían recuperado y seguían sin suministro eléctrico en una noche que se presenta extraña, difícil, con pálpito temeroso y ganas de que amanezca el nuevo día y lo vivido de paso a muchos debates, necesarias explicaciones y quede en el recuerdo de las cosas feas que este siglo XXI nos va trayendo para recordarnos que somos mortales, frágiles y que algo, no sabemos muy bien qué, nos va cortando el aliento y en cierto modo la alegría.

Es extraño cómo el ser humano responde ante situaciones como la vivida ayer en España y aún más ver cómo las personas octogenarias observan y analizan la situación con cierto escepticismo y un grado de ironía ante el temor que los más jóvenes experimentamos cuando vemos que es imposible comunicarnos y que quizá todo lo que nos dijeron sobre el kit de supervivencia para 72 horas no era ninguna tontería, aunque lo pareciese, porque seguimos pensando que las cosas no pueden ser así o no debieran y desearíamos vivir en esa imprudencia mágica que otorga la juventud y que renace en la vejez de una forma obstinada para enseñarnos que su miedo es efímero, porque han alcanzado la sabiduría y atraviesan cada día un nuevo umbral en el camino de su vida que es una cuenta en descuento.

Del día de ayer, que hoy es pasado, me quedo con la sonrisa de mi madre y su larga siesta sin pensar y sin recordar las cosas que fueron guerra en su infancia. Quizá porque ella, como toda su generación, vive atada al aire y no a un pequeño móvil que nos informa y desinforma al mismo tiempo y nos descubre que somos sus presas.

Nos hemos olvidado de gestionar nuestro tiempo para dejar que él lo gestione y nada es tan importante como escuchar ese audio o responder a ese whatsapp, cuando la vida está llena de cosas necesarias que un apagón nos pone de manifiesto y nos hace entender que el dinero compra, el móvil atonta y los más ancianos vuelan libres en este mundo en el que hemos aprendido a ponernos cadenas para sentirnos menos solos donde la soledad lo invade todo. 

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