Opinión

Luces cortas tras el apagón

El corte de suministro pone en el primer plano la admirable respuesta de la ciudadanía en una situación de crisis que la clase política vuelve a aprovechar para tirarse los trastos a la cabeza

Apagón en un centro comercial de la capital aragonesa.

Apagón en un centro comercial de la capital aragonesa. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Bienvenidos a un mundo plagado de incertidumbres y de episodios inesperados en todos los frentes. El apagón que sorprendió a los españoles el pasado 28 de abril es uno más de los insólitos acontecimientos que se han registrado durante los últimos años y que nos recuerda que la fragilidad y la vulnerabilidad del ser humano es una característica que viene de serie, a pesar de que algunos no lo tengan asumido, lo olviden o simplemente crean que no va con ellos. A las 12,32 del pasado lunes se produjo un fundido a negro en el día a día de millones de personas. En tan solo cinco segundos, se esfumaron 15 gigavatios de potencia del sistema energético, lo que supone el 60% del consumo eléctrico en ese momento. Cinco segundos fueron suficientes. Y luego, el caos.

El concepto de resiliencia coge fuerza conforme avanza este frenético siglo XXI. La capacidad de adaptarse y convivir con las situaciones adversas de los últimos años es, posiblemente, la fórmula más inteligente y efectiva de sobrevivir a un mundo enloquecido a todos los niveles. En los últimos cinco años, la realidad ha demostrado que el escenario global impacta cada vez con una mayor contundencia en la vida de las personas, de ahí la importancia de la gestión de las acciones, pero también de las emociones y de los tiempos. 

Apenas han transcurrido cuatro días desde que el apagón alterara la rutina de los españoles, pero fueron suficientes 48 horas para que el enfrentamiento político aflorase en una sociedad que demostró estar aquel día muy por encima de quienes les gobiernan. El comportamiento exhibido por los ciudadanos durante aquellas horas fue ejemplar porque entendieron que la situación era extraordinaria y exigía estar a la altura. Solidaridad, civismo, prudencia, comprensión, paciencia y resiliencia son algunas de las características que hablan de la modélica reacción de los españoles. El apagón del pasado miércoles fue un auténtico test de estrés que se superó con nota, pero que ha dejado paso a un escenario de ruido político que distorsiona la imagen real. 

Cuando se tengan esas respuestas habrá que actuar en consecuencia, pero, por favor, antes de que eso suceda, cállense y tomen ejemplo de los ciudadanos

El ‘cero energético’ no tiene precedentes en la historia de España y, por ello, es preciso analizar qué pasó para que un país entero su fuera a negro en tan solo unos segundos. Es necesario dar respuesta a las causas del apagón, pero resulta estéril buscar certezas y culpables sin argumentos sólidos y con la única intención de salvaguardar el interés propio. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, no han demostrado anteponer la intención de conocer qué fue lo que ocurrió realmente, y eso tiene consecuencias. El efecto cascada no se hizo esperar y el ruido pronto se instaló en la política autonómica, con un duro enfrentamiento entre el PSOE de Pilar Alegría y el PP de Azcón, que se inició el pasado miércoles. Los argumentos, en este caso, también brillaron por su ausencia, algo que deja en evidencia a los protagonistas de ambos bandos.

No es la primera vez que sucede que un inesperado acontecimiento da paso a una guerra sin cuartel entre las formaciones políticas de un país que vive permanentemente instalado en la bronca. Ocurrió con la pandemia del covid hace poco más de cinco años, pero también ha sido el denominador común en la guerra de los aranceles desatada por Donald Trump, el desastre de la DANA, que asoló la comunidad valenciana, o la estrategia a seguir en materia de defensa a raíz de la guerra en Ucrania, otro de los hitos que han marcado el último lustro.

La envergadura de todos y cada uno de estos acontecimientos es de tal magnitud que debería ser razón suficiente para tratar de crear un frente común y buscar soluciones inmediatas a los problemas, aunque el principal obstáculo para ello suele ser querer tener la razón a costa de todo y de todos. 

¿Qué ocurrió el día 28 a las 12,32 horas?¿Qué falló? ¿Por qué?¿Cómo se puede remediar que algo así suceda de nuevo? Dar respuestas a esas preguntas es clave si se quiere evitar una crisis de reputación mayor a la sufrida por un país que tiene en la energía una de sus principales fuentes de riqueza. Cuando se tengan esas respuestas habrá que actuar en consecuencia, pero, por favor, antes de que eso suceda, cállense y tomen ejemplo de unos ciudadanos que les dan lecciones cada día.

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