Opinión | El artículo del día

Nuestros jóvenes

Desde que ese señor, de cuyo nombre no quiero acordarme, tomó posesión por segunda vez del cargo de presidente de los EEUU, nuestras vidas se encuentran todas las mañanas con el bombardeo de noticias aterradoras o estúpidas con origen en él. Por dicho motivo tenemos dificultades en centrarnos en otros temas que deberían preocuparnos mucho. Y de uno de ellos es del que pretendo escribir hoy: la educación de nuestros adolescentes.

Quienes hemos alcanzado ya una edad notable somos conscientes de que parte de nuestro paso por este mundo se reflejará en lo que dejemos a hijos, nietos y demás descendientes, incluyendo en este último término a todos los demás. No soy masoquista, por lo que no me consideraré responsable de muchos de los males que les lleguen, pero sí me gustaría pensar que un pequeño granito de arena quedará en ellos de mis esfuerzos vitales.

Hace unos días escuché atentamente, en una emisora de radio, la conversación que mantuvieron un periodista y dos profesores, el primero aún en activo y el segundo no, por voluntad propia. La excusa para organizar esa tertulia era la publicación de un libro en el que uno de los docentes relataba parte de su recorrido personal por algunos centros educativos. Los dos coincidieron en destacar los enormes problemas que tienen hoy los profesores de alumnos en esa edad que definimos como adolescencia e, incluso, en años previos a la misma. Fueron muy cuidadosos a la hora de tratar de encontrar a los culpables, si es que se puede hablar así, de la situación. Políticos, legisladores y gestores; funcionarios; padres; amigos; entorno social; profesores, por supuesto; y como gran bicho en la actualidad coincidieron en señalar a las redes sociales.

Una palabra fue citada en repetidas ocasiones: complejidad. A mí no me gusta utilizarla pues creo que en todo hay ciertas dosis, por lo que ampararnos en la dificultad que tiene un asunto por ser complejo es darnos una respuesta fácil a no meternos en serio para analizarlo. Sin embargo, hay ocasiones en las que creo obligado citarla, por lo que no acusaré a estos profesores de escudarse en ella para aludir el análisis sensato y en profundidad.

Hay que comenzar por los políticos, claro. Los dos profesores no han sido especialmente críticos, algo en lo que coincido, salvo en el tema de las leyes, demasiadas y difíciles de implementar por la dirección de los centros docentes, creando desconcierto. Uno de ellos ha puesto sobre la mesa el tema de la competencia educativa en las comunidades autónomas, dejándolo ahí, sin más. Yo sí quiero añadir algo sobre esto. Al modelo territorial de España como Estado de comunidades autónomas te lo puedes creer o no, pero ha supuesto un enorme salto en nuestro desarrollo. Lo que tenemos que hacer es exigir que sean gestionadas por políticos competentes y utilizar nuestro voto para cambiarlos cuando no respondan a lo deseado. El estado unitario, en toda España un gobierno y un parlamento, es una opción, que no es la mía.

Los padres tienen una responsabilidad grande en la educación de sus hijos. Bastantes, a decir de estos profesores, quieren descargarla toda en los demás, centros y educadores, respondiendo con desagrado cuando se les recuerda que ellos deben actuar como primer pilar. A veces descargan sus frustraciones en los hijos y estos las trasladan a las aulas creando un entorno de crispación y, a veces, de violencia. Esta realidad se acentúa en barrios de escasa renta. Aquí es muy difícil actuar, es mi impresión. En entornos socialmente más desahogados la falta de autoridad de los padres parece ser una dificultad grande para gestionar las clases ya que ciertos jóvenes tampoco reconocen la de los profesores.

Los amigos y el entorno social siempre han sido importantes en el desarrollo de los jóvenes. Hoy parece ser que han disminuido si consideramos el que existe, el real, habiendo sido sustituido por el virtual, que resumimos en la expresión de redes sociales. Yo creo, en coincidencia con estos dos profesores, que estamos ante el elemento más distorsionador en relación con lo que ocurría años atrás. En una edad en la que todos hemos querido afirmar nuestra personalidad el móvil, en el que podemos encontrar lo que queremos, lo que soñamos, es un gran apoyo. Si con los libros pretendemos que aprendan, con las redes buscan afirmarse en sus creencias, en sueños idealizados. Y contra eso es muy difícil luchar. La legislación no está siendo ágil en poner cortapisas a su uso peligroso y muchos padres no se ven con fuerzas para luchar contra algo que les supera. Problema muy grave que está llevando a algunos docentes a la depresión y al abandono de su profesión.

Los profesores son conscientes, al menos estos dos, de que no están siendo capaces de luchar contra tanta adversidad. Se sienten solos, abandonados, y creen que el fracaso de muchos jóvenes se carga sobre sus hombros de forma exclusiva, lo que es injusto, eso lo digo yo.

Deberíamos hacer un esfuerzo por prestigiar la docencia y apoyar a este colectivo. Nos va en ello una parte importante del futuro.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents