Opinión
El arte y la cultura no son espectáculos
«¡La Lonja no se toca!» gritaron los cientos de personas que se concentraron el sábado pasado en el exterior de la Lonja de Zaragoza para protestar por la extravagante y caprichosa reforma planteada por el gobierno municipal. Fue bonito participar en ese abrazo simbólico al emblemático edificio renacentista, justo antes de que los cielos se abrieran para descargar un diluvio primaveral, sobre las gentes que defienden y aprecian el arte y la cultura. No tanto los espectáculos.
Porque de eso se trata. Por un lado, tenemos a una alcaldesa, Natalia Chueca, que, junto a su consejera de Cultura, Sara Fernández, les encantan las reformas, los cambios, el espectáculo, las luces y modernizar o, mejor dicho, enmascarar y encapsular la belleza y el arte. Son un auténtico peligro para el patrimonio arquitectónico. Confunden lo que es la restauración y conservación de un BIC (Bien de Interés Cultural), declarado por decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1931, con las reformas que pretenden modernizar este magnífico edificio.
El polémico proyecto plantea la instalación de cuatro cajas de casi tres metros de altura en las cuatro esquinas del edificio para ubicar en ellas los sistemas de climatización, aseos, vestuarios y la recepción de la sala. Con lo cual, este majestuoso espacio deja de ser diáfano para poder contemplarse en todo su esplendor. Quieren también la recuperación de la entrada por la calle Don Jaime. Lo que supone levantar el suelo, salvar desniveles, colocar una rampa de acceso; y modificar la puerta existente de acceso para sustituirla por otra nueva con materiales metálicos. Toda esa barbaridad de reformas nos costará 2.500.000 euros.
Por otro lado, tenemos la extraordinaria movilización de la sociedad civil y de la Universidad de Zaragoza, con expertos como la catedrática Carmen Gómez Urdáñez, asociaciones como Gozarte, o Apudepa, historiadores del arte, más la campaña de firmas en Change.org, donde se han recogido hasta ahora más de 5.000 firmas. En el lado de la movilización para que la Lonja no se toque se mantiene firme la convicción de que sea declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, junto a las Lonjas de Valencia, Palma de Mallorca y Barcelona. ¿Les suena? Estamos hablando de la antigua Corona de Aragón.
Pero, entonces hay que parar el «modelo» propuesto por el Ayuntamiento, que «pone los pelos de punta», según afirma la Comisión de Cultura municipal, incluido Vox que está en contra de «este despropósito». Y a pesar del chaparrón, que cayó a los congregados en el abrazo a esta maravilla del Renacimiento del siglo XVI, se consiguió, semanas antes, que se retirara del proyecto inicial del PP la instalación de ¡ascensores! y la reforma de la tercera planta del palacio o falsa.
Porque si no ponemos freno a los aires de falsa grandeza y de supina ignorancia de los gobernantes del Ayuntamiento podríamos volver a convertir la Lonja en una sala de fiestas. ¿Se la imaginan?: ascensores subiendo y bajando, guardarropía, aseos, exposiciones con luz, mucha luz, y mucho sonido, recreaciones de la Edad Media y del Renacimiento, volver a dar la matraca con Goya (¡pobre hombre si levantara la cabeza y se viese representado en figurantes que da pena verlos disfrazados del genio de Fuendetodos dando vueltas por la plaza del Pilar!).
Y como todo en la vida, conviene conocer la historia y respetar el arte del bueno, del que ha permanecido a lo largo de los siglos y atrae al turismo cultural (el más rentable económicamente), no a las masas manipulables. Y voy a matizar lo que intenta defender Sara Fernández: La Lonja puede ser ocasionalmente usada como sala de exposiciones temporales (ejemplo: la última de la Colección Bassat, de arte contemporáneo). Siempre ha habido grandes muestras utilizando como ha sido hasta ahora paneles móviles de quita y pon. Se pueden hacer compatibles ambas propuestas. Pero la Lonja debe ser considerada en su totalidad como un monumento visitable y diáfano en toda su belleza sin necesidad de que se reforme y se renueve. Eso lo hacen ustedes en sus propiedades privadas.
A ver si nos entra en la cabeza que restaurar es conservar. La Lonja de merca-deres de Zaragoza está considerada como el ejemplo más sobresaliente de la arquitectura civil del Renacimiento en Aragón. Y si como proclama la publicidad de la DGA, que impulsa el proyecto Aragón, Reino de la luz, con 15 millones de euros, para reivindicar la historia de la comunidad, que empiecen por respetar el edificio emblemático que luce orgulloso, impecable todavía, en la plaza del Pilar; y que albergó el comercio de las tierras altas y de las tierras bajas. No lo estropeen con reformas y diseños horteras fuera de lugar. Y nunca mejor dicho.
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