Opinión
Un futuro para la plaza del Pilar
El epicentro de la actividad y el turismo en Zaragoza empieza a mostrar sus costuras en días de máxima afluencia y quizá es el momento de pensar en cómo ganar espacio

Imagen histórica de la plaza del Pilar de Zaragoza, muy distinta a la actual. / Archivo Municipal de Zaragoza
La plaza del Pilar de Zaragoza parece inmersa en un periodo de transición hacia un futuro que aún nadie se atreve a definir. El ayuntamiento ya le está dando vueltas a qué hacer mientras los andamios cubren algunas de las torres de la basílica, los antiguos juzgados han anunciado el enésimo espacio dedicado a acoger obras de Goya en la ciudad para 2027, la Lonja ya está enfrascada en impulsar una reforma futura entre abrazos de los muchos críticos que ya tiene y el Cubo de la antigua Oficina de Turismo está a punto de sucumbir a la piqueta.
Todos los rincones de este epicentro parecen estar encarando una renovación que quizá habría dado un mejor resultado si se planificara como un todo en lugar de un puzzle de piezas distintas llamadas a combinarse por azar. Aunque hace ya tiempo que estas cosas no se dan en Zaragoza. Quizá la última vez que se hizo algo así fue con el tranvía y el resultado fue inmejorable. Desde luego, cuando son varias las administraciones o entidades privadas las que entran en escena, es complicado que se pongan de acuerdo.
Me encantaría saber qué le parece al Museo Goya que en el futuro vaya a tener un Centro Goya a menos de diez minutos a pie de sus instalaciones en Espoz y Mina. También están en marcha las obras de ampliación de este museo desde el solar de la calle Santiago, pegada a la Delegación del Gobierno y que antes usaba esta para aparcar sus coches. Porque la plaza del Pilar y su entorno es como el cocido, que de ella se aprovecha casi todo y casi todos.
¿Qué plaza del Pilar querrían los zaragozanos? ¿Una como la actual con capacidad para miles de personas pero que empieza a mostrar sus costuras en días de máxima afluencia? Se estén gastando dinero en sistemas para contar personas y cerrarla cuando supere su aforo. Ponerle puertas a una plaza va contra la propia esencia de una plaza. Igual es el momento de ganar espacio.
El elemento que menos partidarios tiene es, desde hace tiempo, la Fuente de Goya. Una escultura que no gusta a los escultores, una fuente con muchos problemas de filtraciones y un imponente muro que tapa la visión hacia la Seo. Está en la rampa de salida o lo estará. Al otro extremo, una Fuente de la Hispanidad que casi ha costado más dinero repararla que construirla, que tapa igualmente la visión hacia las Murallas y San Juan de los Panetes y que ha servido para casi nada desde que está. Pero si esta plaza ha soportado estoicamente la gigantesca cruz que puso el franquismo o los maceteros que colocó Rudi, podrá aguantarlo casi todo. n
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