Opinión

Los riesgos de la mala reputación

La incertidumbre que generó el ‘cero energético’ el pasado 28 de abril es el mayor enemigo para las millonarias inversiones previstas en Aragón y vinculadas a las renovables

Varios viajeros esperan en la estación Delicias, con los trenes parados por el apagón del pasado lunes.

Varios viajeros esperan en la estación Delicias, con los trenes parados por el apagón del pasado lunes. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

La incertidumbre es uno de los virus que más daño puede causar a la economía y las inversiones, si bien el origen de esas dudas es muy diverso. La inestabilidad política, la inseguridad jurídica, los conflictos internacionales, las señales que envía el mercado y la falta de confianza en un país son solo algunas de ellas. El apagón que sufrió España el pasado 28 de abril podría enmarcarse en esta última, si bien existe la esperanza de que, lo que fue un caos durante unas horas, no tenga mayor trascendencia en el medio y largo plazo. Pero si el ‘cero energético’ volviera a repetirse golpearía de nuevo la reputación de todo un país.

Para evitar cualquier tipo de sospecha y temor resulta más que conveniente que el Gobierno ofrezca una explicación certera, convincente y lo más rápida posible sobre lo sucedido el día en que España se fue a negro, porque más allá de las pérdidas económicas que sufrieron aquel día los ciudadanos y las empresas –110 millones de euros solo en Aragón, según Cepyme– está el daño reputacional que ha podido causar en un país que lidera el crecimiento europeo. De ahí, la necesidad de conocer las causas y tratar de poner soluciones para evitar que aquel episodio inédito tenga una secuela. 

Los daños colaterales que ha podido sufrir la economía nacional a raíz del apagón no son menores a los que puedan afectar a Aragón, una comunidad que vive un momento dulce y que ha visto cómo las inversiones aterrizan como nunca antes gracias, entre otros factores, al empuje de las energías renovables. El tirón de la eólica y la fotovoltaica ha situado a la comunidad en una posición privilegiada en su camino por liderar la transición energética en España. El Plan Energético de Aragón 2024-2030 estima que el sector invertirá casi 14.000 millones de euros en ese periodo. De esta cantidad, más de la mitad se destinará a la generación de renovables hasta duplicar la potencia actual y alcanzar los 15,6 gigavatios. La traducción de estas cifras en el mercado laboral será de 25.000 puestos de trabajo, la mayor parte para levantar estas infraestructuras.

El despliegue de las renovables ha ayudado a elevar la reputación de Aragón, aunque esta se puede esfumar en tan solo unos segundos

El cambio de paradigma y de escenario que vive Aragón en los últimos años ha llevado a un buen puñado de empresas a apostar fuerte por el territorio. No es algo aislado, sino que la buena reputación parece ser uno de los intangibles que están llevando a la comunidad a niveles de inversión desconocidos hasta ahora. El efecto arrastre se ha logrado a base de confirmar que se trata de una comunidad sería, fiable, solvente y con un valor añadido que ejerce de palanca: el despliegue de las energías verdes. Este factor ha permitido elevar la competitividad de las compañías que son intensivas en el uso de energía, que no son pocas.

El desembarco de centros de datos de la mano de grandes multinacionales y fondos de inversión son el ejemplo más visible, pero el sector industrial, uno de los que aporta mayor riqueza en términos de desarrollo, innovación, rentas y ventas al exterior, también presta atención a todo lo que sucede en Aragón, con China y los países asiáticos como mayor exponente. La gigafactoría que se levantará en Figueruelas, de la mano de CATL y Stellantis, se alimentará de renovables. Es el mejor botón de muestra. La energía, en definitiva, parece ser la clave de bóveda de la economía aragonesa en la próxima década. Pero la pregunta es ¿qué sucedería si hubiera un nuevo apagón? Dudas y más dudas.

Más allá de futuribles, lo relevante en estos momentos es no demonizar las energías renovables y trabajar en buscar soluciones a medio y largo plazo que eviten escenarios como el vivido a finales de abril. Habrá también que impulsar las inversiones para extender y mejorar las redes de transporte, así como la electrificación, sin perder de vista la necesidad de poner en marcha iniciativas que sean capaces de trabajar en el almacenamiento de energías renovables. Aragón, que ya cuenta con varios proyectos de bombeos reversibles, ha de ser protagonista en el impulso a la interconexión con Francia. Porque ser una isla energética ha pasado de ser una ventaja a un inconveniente o una debilidad. 

De lo que no hay duda es de que hay que actuar. Porque la reputación de un país y de una comunidad como Aragón se puede esfumar en tan solo cinco segundos.

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