Opinión | CON SENTIDO/SIN SENTIDO

Buena nueva

Euangelos en griego significa «buena noticia». La elección de Prevost lo ha sido para los seres humanos de buena voluntad, a los que se dirige el Evangelio de S. Pablo: él fue el verdadero promotor de ese inspirado relato de amor y salvación universal a partir de la figura de Jesús, como reconocen muchos especialistas. Banon, líder espiritual de la ultraderecha, lo había advertido –«por desgracia es de los más progresistas»– y la activista trumpista Laura Loomer lo confirma en un tuit: «es anti-Trump, antiMAGA, en favor de las fronteras abiertas y un marxista total, como el papa Francisco». Así pues, por mucho que el patético emperador, vestido de Papa por la IA, reparta diplomáticos parabienes a su paisano, no le ha debido hacer mucha gracia la elección de un cardenal que, aunque nacido en Chicago, es de origen mediterráneo y caribeño y se forjó como pastor entre los quechuas peruanos.

La cuenta X de Prevost, de hecho, ha venido refrendando una sistemática oposición a la política belicista, antiinmigración e insolidaria de Trump, el «católico» Vance y sus acólitos; su primer discurso, además, ha insistido en los puntos fuertes de Francisco I que confrontan con MAGA: a favor de los migrantes, de la paz y de tender puentes –de ahí viene pontífice– frente a la confrontación chulesca. En fin, que resulta sorprendente que el líder de una monarquía medieval, patriarcal y con un discurso moral bastante retrasado para los retos del siglo XXI pueda seguir siendo el principal oponente discursivo a la rampante peste reaccionaria. La decepción de los católicos conservadores y ultraderechistas de todo el mundo es prueba fehaciente de la llegada de otro Anticristo, lo que resulta paradójico, pues ninguno de ellos es cristiano por mucho que se proclamen.

La Iglesia ha demostrado tener una potencia simbólica debido a su deslumbrante liturgia, muy atractiva en una mediosfera desbordada por discursos banales y falaces. El sucesor de Pedro es desde el inefable reaccionario Juan Pablo II una estrella pop; por ello, como ya dije aquí a propósito del memorable Francisco, más vale que sea «uno de los nuestros», defensor de los derechos humanos, la solidaridad, la equidad y el medio ambiente. No es casual que el nuevo se nombre como León XIII, promotor de la doctrina social de la Iglesia con Rerum Novarum (1891), encíclica que, aunque posicionada contra el marxismo, ponía foco en los problemas de los trabajadores. Demos gracias al Espíritu Santo que parece aletear últimamente con su izquierda.

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