Opinión | libertad y respeto
Antonio Morlanes
La duda, camino hacia la verdad
La duda es el mejor instrumento para el ejercicio de la mente; sin ella, el pensamiento y la generación de ideas tienen barreras difíciles de salvar. Quien considere estar en posesión de la verdad está muy lejos de ella. Debo admitir que la duda es un compendio de subjetividad y, por tanto, es difícil darle consideración de globalidad. ¿Cómo hemos resuelto esto quienes conformamos la sociedad? Descubrimos que las normas para la convivencia son un buen método, sin duda con sus condicionamientos. Si estas provienen de grupúsculos que las implantan con el propósito de garantizar su posición de privilegio frente al resto, estaremos ante lo que se conoce como una dictadura, y aquí el efecto de ellas no tiene la condición de convivencia, ya que solo representa los intereses de esa minoría.
Cuando esas normas provienen de la voluntad libre de la mayoría popular, se aceptan por el conjunto y, además, tienen mayor credibilidad cuando en ellas se adiciona la mayor parte de las razones, incluidas las minorías, siempre que estas muestren su respeto a la libertad de las personas y a la convivencia en democracia.
A pesar de ello, la convivencia no siempre es fácil, especialmente cuando ciertos grupos se empeñan en interpretar las normas según su propia voluntad. He vivido experiencias en las que ese supuesto respeto hacia la voluntad mayoritaria solo era válido cuando coincidía con la de ellos o intentaban interpretarlas a su antojo. Aclaro que el debate y la crítica forman parte de la condición humana, pero siempre deben ejercerse con voluntad constructiva y con aportación de mejores valores que enriquezcan la convivencia. Es muy difícil que en la conjunción no surjan intereses capaces de mejorar la vida de todos.
Pero ahora que ya hemos determinado la necesidad de las normas para la convivencia en un sistema de libertad, volvamos, a mi modo de entender, a la generación de todo, es decir, la base constructiva a partir de la duda, e iniciemos esta en lo personal de cada uno. Admitamos que nuestros momentos de vida no nacen con la consistencia de la verdad, aunque esta sea la íntima de cada uno. La duda, y su solución, es el verdadero significado de nuestra evolución como personas. Descartes da consistencia a esto en su famosa locución cogito ergo sum, soy porque pienso. Y es que el pensamiento nace de la duda, es nuestra gran aliada. En su 'Discurso del método', encontramos directrices que nos permiten entender la sustancia de la duda. Su primer fundamento dice: "No admitir jamás cosa alguna como verdadera sin haber conocido con evidencia que así era", pero mientras se llega a esta conclusión debemos tener una moral provisional con máximas, y la primera consiste en "obedecer las leyes y costumbres del país y cultivar la razón, avanzando en el conocimiento".
Así pues, cuando basamos nuestras creencias en afirmaciones de valor absoluto, estamos derivando el pensamiento al margen del método y de la ciencia, y establecemos como eje de todo el egoísmo de nuestra necesidad personal. Es decir, planteamos como necesario para nuestra existencia que la sociedad solo sirva a nuestros intereses.
Esas certezas, sin ningún ápice de duda, son las que poseen individuos que deciden realizar matanzas crueles para lograr sus objetivos. Una vez más, no es necesario que se entienda como mejor ejemplo a Netanyahu con su genocidio, y al pueblo judío por permitírselo; pero todavía es más llamativo el papel de Donald Trump, que, también sin la menor duda, acepta todas las muertes de inocentes y ve como final la desaparición de Gaza y del pueblo palestino, para poseer dicho territorio e implantar su negocio personal.
Cuando la razón se basa en la sinrazón, los objetivos por conseguir son bastante oscuros. Algunos países de este mundo son poseedores de las denominadas armas nucleares, es decir, bombas capaces de aniquilar toda la Tierra. Y la razón que dan para su posesión es que sirvan de advertencia de poder en la confrontación con otros países. ¿Cabe en alguna cabeza que, si un país poseedor de estas armas ataca a otro que también las tiene, pueda ganar alguno? Sin duda, perdería toda la humanidad. Tal vez llegue el momento en que todos entendamos que lo único que no admite ninguna duda es que la especie humana debe vivir en paz, con libertad y con respeto de todos hacia todos.
Como conclusión final, si entendemos la duda como el activo que genera la reflexión, estaremos en el camino para conseguir la verdad humana, y un excelente vehículo para conseguir esto es la cultura.
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