Opinión

Zaragoza

Zaragoza y el miedo a escuchar

El ayuntamiento demuestra con ejemplos como la reforma de la Lonja, el Coso y San Miguel, o los pisos de Hispanidad cómo entiende la participación ciudadana

Recreación de la reforma que Chueca pretendía para la Lonja de Zaragoza.

Recreación de la reforma que Chueca pretendía para la Lonja de Zaragoza. / Ayuntamiento de Zaragoza

¿En qué momento hemos pasado a entender la participación ciudadana como un proceso de solo informar de lo que se pretende sin intención de escuchar lo que se opina de ello? Hace décadas que ese concepto está instalado en el discurso de los partidos, pero nunca antes se había usado como después del 15M, que trajo una manera de entenderla que acabó calando y transformando las formas de pensar y hacer en las instituciones. Pero al igual que empieza a pasar con el de la transparencia, ese concepto se está desvirtuando en exceso.

Cuando el Ayuntamiento de Zaragoza o, mejor dicho, el Gobierno de Zaragoza, del PP de Natalia Chueca, lanza un proyecto como el de la reforma de la Lonja y recibe tal contestación ciudadana, no debería esperar a ver qué opina Vox, su único apoyo, en el salón de plenos. Una llamada a los colectivos y expertos de la ciudad, que los hay y muy buenos, habría sido hace pocos años, la primera medida a adoptar. Hablar con ellos, pero sobre todo escucharles. Pero no, se optó por llevar ese proyecto estrella hasta el límite y, antes de llevarse un revolcón con el dictamen de la comisión de Patrimonio (que ya nunca sabremos qué opinaba), retirarlo de tapadillo, con un mensaje de Whatsapp (que ahora se estila mucho, sin recibir preguntas de los medios) y con su principal valedora, la propia alcaldesa, de gira por Estados Unidos. 

Tampoco parece que el diálogo o la participación haya sido la herramienta elegida para decidir cuándo empezar las obras de un proyecto de reforma tan relevante como el del Coso bajo y la plaza San Miguel. Con razones o no, los vecinos pedían retrasar el inicio de los trabajos, pero se les mostró el camino de la fase de alegaciones para acabar desestimándolas –todo el peso para los técnicos–, y seguir la hoja de ruta rumbo a las elecciones municipales de 2027. Qué decir del proyecto de Vía Hispanidad junto al Pirulí...

A veces da la sensación de que les importa más llegar a tiempo a la cita con las urnas que el perjuicio que se puede causar. O que la política, la maldita polarización, les acaba llevando a entender que cualquier crítica está dirigida por otros partidos en la sombra, que se busca el «no porque sí» o que la intencionalidad es otra distinta. Que puede que así sea pero, ¿qué cuesta sentarse a hablar y escucharse? 

Zaragoza decidió hace años que uno de sus puentes, el de Hierro, se repintara de azul y blanco, para sorpresa de muchos, por una votación popular que se les fue de las manos. Y ahí sigue. ¿Por qué se tiene tanto miedo a la participación directa de los zaragozanos?     

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