Opinión | Virando a babor

A la gente no le gusta la basura

Cada vez a mi alrededor observo hartazgo ante la trayectoria de la vida política en este país. Estamos instalados en las mentiras, los bulos, los insultos, la porquería repetida mil veces por los medios y panfletos mantenidos por la derecha con fondos públicos. Es para estar harto. La vida política es cada vez más un estercolero, una lucha descarnada por descalificar al adversario, por tirar al Gobierno legítimo cuanto antes. Y no convenciendo al electorado con soluciones a los problemas que afectan a los ciudadanos, con una gestión limpia y transparente, con la defensa de los servicios públicos, sino con el único discurso de sacar a Sánchez de la Moncloa. Han convertido la política en una máquina de crear basura, como muy bien demostró la ministra Pilar Alegría en su comparecencia en la comisión de investigación. Y los guionistas del bulo le preguntan a ella que quién ha sido. Para alucinar. Hace años lo que se denominó la desafección se sentía como un fenómeno preocupante que alejaba a los ciudadanos de la vida política. Hoy es precisamente lo que se busca. Se trata de convencer a los ciudadanos de que todos los políticos son iguales y todo es basura, desanimando sobre todo a los potenciales votantes de la izquierda, llenando la cabeza de mentiras a los más desinformados y menos habituados a utilizar el pensamiento crítico. El nivel de debate, incluso en sede parlamentaria es mediocre a más no poder. Feijóo pone el comienzo del genocidio en el ataque de Hamás ignorando décadas de historia. Y se queda tan satisfecho. Ignorante o manipulador a conciencia. Y la lideresa rompe moldes. Ayuso reivindica la participación de las palestinas en las olimpiadas. No se puede ser más tóxica. Pero oiga, que las están asesinando, reventando a bombazos, condenando a la hambruna mientras entierran a sus niños y bebés. Y acusando a la izquierda de antisemitismo. Pedazo de ignorante. Los palestinos también son semitas. Y los que han perseguido a los judíos son los suyos, comenzando por los Reyes Católicos. En fin, que hay aguantar y seguir reivindicando la buena política para no hacer el caldo gordo nada más y nada menos que al fascismo.

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