Opinión

Langa del Castillo

El retablo de la iglesia de Langa del Castillo, en la comarca de Daroca, es una de esas piezas que bien vale un viaje. Su excelente restauración permite admirar la belleza de sus figuras y el esplendor de sus colores, así como la decidida voluntad del artista por singularizar su arte con características propias.

Así, las figuras que representan el mal, los malos sacerdotes, los soldados romanos que azotaron a Cristo, los mercaderes del templo, los recaudadores y fariseos, quienes, en fin, no entendieron la Palabra, son caricaturizados, acusando sus rasgos sus perversas inclinaciones hacia la mezquindad y el mal.

Visito el templo de Langa en compañía de su alcalde, Pascual Salvador, y de la concejal de Cultura, Estrella Franco, privilegiados «guardianes» de esa belleza y muy activos promotores culturales en su municipio, que cuenta con una meritoria programación y con un Club de varios centenares de amigos. Hasta la Casa de Cultura acompaño a Salvador Baena, a quien la Comarca Campo de Daroca, merced a los buenos oficios de José Ángel García, ha invitado a pronunciar una conferencia sobre Los forenses en la escena del crimen.

Considerado como uno de los especialistas más prestigiosos del país, confluye asimismo en Baena una vena didáctica que lo hace impagable a la hora de explicar a públicos generalistas las tareas y aportaciones de esos médicos en estrecho contacto con la justicia, con la Policía y Guardia Civil, con los laboratorios, y cuyas investigaciones y dictámenes a menudo contribuyen de manera decisiva a resolver asesinatos de alta dificultad.

A lo largo de su charla, el doctor Baena expuso una serie de casos en los que su equipo ha intervenido activamente, desde el momento mismo del descubrimiento de un cadáver con signos de muerte violenta, hasta su comparecencia en un tribunal, delante de un juez, para responder como peritos a las preguntas de las partes.

Con tan interesante y curiosa mezcla de ciencia y arte, filosofía y justicia, transcurrió una útil y hermosa tarde en Langa del Castillo. Donde las piedras hablan de historia; los campos, de vida; y sus gentes, con el lenguaje de la amistad... 

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