Opinión | El ángulo

Manifestaciones 2.0

En época de desmovilización política, de individualismo marcado a fuego, el poder no se mide en la calle y es también más oscuro, como los tiempos

Según los datos de la declaración de la renta de 2023, solo 286.852 contribuyentes en España se aplicaron la deducción correspondiente a las cuotas de afiliación a partidos políticos. Es significativamente menor que los números que los partidos políticos suelen reportar. A tenor de estos datos solo el 0,6% de los españoles milita en un partido político. Son estos a los que se les pide el compromiso de llenar mítines, actos varios de partido y manifestaciones en la capital del país.

Hay un grupo de personas que están hipermovilizadas, y que igual cogen el autobús para ir a otra provincia a apoyar una campaña electoral, que pasan el día y medianoche de viaje para acudir a la sexta manifestación del PP contra el Gobierno de España, pidiendo la dimisión de Sánchez.

Es la imagen de los mismos subiendo y bajando de autobuses, entrando y saliendo de palacios de deportes, volviendo a casa en espera de la siguiente movilización. De manera paralela, los dos grandes partidos (en número) vigilan quién supera a quién en este modo de participación cada vez más endogámico, cada vez más separado de la realidad de los comunes.

Un domingo de junio, por muy mal que te caiga Pedro Sánchez, en uno de los primeros fines de semana de verano, por mucho que creas que debe rendirse a la democracia e iniciar una revolución hacia la decencia y la libertad, lo más normal es que te hayas ido a tomar el vermú, escapado a la piscina y esperaras al partido de Alcaraz de por la tarde.

El neoliberalismo ha trabajado tanto para que cada uno se solucione sus problemas, ha demonizado tanto el activismo social que ahora no pueden esperar que ante un liderazgo político «normal», no apocalíptico, que no enseña motosierras, ni cruces invertidas por las calles, se llenen ante su llamada, aunque el reclamo sea «Sánchez felón». Ese público objetivo, 7.000 presencialmente, pero cientos de miles en las redes, ya estaba concentrado en el Madrid Economic Forum, evento organizado por empresas andorranas y un think tank liberal español.

Además de Milei, había otros políticos españoles avezados en la hipérbole catastrofista como Espinosa de los Monteros o Albert Rivera, economistas como Lacalle, jinetes todos ahora en solitario que llaman a la revolución de todo para unos pocos y nada para el resto. Consiguen seguidores que se sienten llamados a ese privilegio desde el click del móvil, el anonimato de las redes, y los minutos de doctrina youtuber. En época de desmovilización política, de individualismo marcado a fuego, de como no sea un liderazgo mesiánico o un estrambote populista, el poder no se mide en la calle, es también más oscuro, como los tiempos. 

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