Opinión

Redoble de tambores

La mayoría de los presidentes están muy enfadados con Sánchez, no solo los del PP, y él también parece estarlo con mucha gente y eso no ayuda

Un redoble de tambores es una técnica utilizada por un percusionista para producir un sonido prolongado sobre una nota o también puede referirse a un ritmo específico, atronador y dulcemente caótico, que es el ritmo que se impuso en la Conferencia de Presidentes, que tuvo lugar el viernes pasado en el Palacio de Pedralbes. Hay dos realidades que resultan difícilmente salvables, la primera es que la mayoría de los presidentes están muy enfadados con Sánchez, no solo los del Partido Popular, y la segunda es que Sánchez también parece estar muy enfadado con mucha gente y eso no ayuda, sino que todo lo enrarece aún más en un contexto político ya de por sí muy nauseabundo y donde las faltas de respeto son cada vez más y tristemente cada vez más simplistas.

Como siempre Ayuso tuvo que dar la nota con su respingo y salida de sala cuando Imanol Pradales comenzó a hablar en vasco; parecía como si la madona hubiera visto al maligno tentándola con su lenguaje incomprensible para que se alejara de Dios o de lo que para ella es su dios, su director de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, que siempre busca el estrellato de su musa sin importarle mucho que ese estrellato en más ocasiones de las debidas se estrelle contra su propio despropósito y su inaceptable comportamiento.

No saluda, porque no le gusta la realidad; se marcha porque un señor habla en su lengua materna y eso no puede ser porque, para Ayuso, España solo tiene una lengua, la que se habla en Madrid y en su casa. Y en medio de todo ese caos con tintes esquizofrénicos cada cual a lo suyo en un claro sálvese quien pueda y es que cuando uno cree que el barco va a la deriva lo mejor es buscar un bote salvavidas y obviar si alguien viene detrás pidiendo ayuda.

Esa parece la actitud de muchos presidentes autonómicos, que consideran que Sánchez no es quien debiera ocupar el Palacio de la Moncloa y esa creencia lo ilegitima. Y como es un presidente okupa y no sé cuántas cosas más, pues lo mejor es no escuchar sus propuestas, porque todas son malas, inservibles, de usar y tirar y así seguimos sin llegar a acuerdos sobre vivienda, inmigración, financiación autonómica, dependencia, educación, energía... Cuestiones menores que no merecen un intento de acuerdo porque la estrategia desgraciadamente está en otro sitio: en la calle que ocupamos para desprestigiarnos y con un redoble de tambores ensordecedor y reiterativo recordarnos que la disyuntiva está entre mafia o democracia. Ojalá hubiera más Illas en la política española.

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