Opinión | EL ARTÍCULO DEL DÍA

España: de su economía y de su política

El presente de la política española es paradójico y caótico. Al contrario de lo que es habitual, la economía va bien y la política va mal. Sería muy interesante indagar las causas de lo uno y lo otro, pero quizás no es este el momento ni un artículo de estas características el lugar apropiado. Aunque algo se colará en este artículo. De entrada, ya digo que el asunto es muy complejo y difícil de analizar. Los argumentos que se usan por una y otra parte tienen el objetivo fundamental de negar al otro más que buscar la verdad. Es muy difícil hacer política hoy día. ¿Es culpa de la mediocridad de los políticos? ¿O es que la situación es tan poliédrica que dificulta en gran manera su solución?

"La economía española sigue fuerte" suele ser una consideración normal en todos los foros económicos mundiales: el PIB español encabeza la UE; el empleo también aumenta, a pesar de un subempleo estructural casi imposible de resolver; los agoreros catastrofistas fallan una y otra vez en sus previsiones sobre la economía española. Las causas del éxito parecen ser, aparte del siempre salvador turismo, el auge de las renovables en España y la fuerte inmigración (explotada con salarios de hambre y condiciones esclavistas).

"La polarización y crispación de la política española va en aumento" opinan casi todos los comentaristas sobre la actual situación política española. Y aquí siempre hay que mirar a la centralidad que ocupan los dos grandes partidos políticos españoles: PSOE y PP. Siempre hemos mirado con envidia la facilidad de las coaliciones de gobierno alemanas y de otros países europeos. Aquí eso es imposible. Ambos partidos, en la actualidad, rezuman una bilis repelente en ambas direcciones. Podríamos poner muchos ejemplos, pero para no aburrir al lector me ceñiré a última Conferencia de Presidentes.

La Conferencia de Presidentes fue una fórmula bien ideada para la España de las autonomías, pero por unas causas o por otras casi nunca ha funcionado. En la actualidad, porque el Gobierno central lo gobierna el PSOE, y de las 17 CCAA (sin contar Ceuta y Melilla), 11 están gobernadas por el PP, 4 por el PSOE, 2 por nacionalistas. El diálogo no existe y todo es crispación y agresividad. En los medios, ya hace tiempo que más que noticias políticas aparecen noticias judiciales o prejudiciales. La corrupción, fundada o presunta, verdadera o falsa, campa por sus fueros. Los debates e invectivas entre políticos son espeluznantes: "Ud. forma parte de una organización criminal: el gobierno de España" (Miguel Tellado –PP– a la ministra Sara Aagesen –PSOE–). Feijóo convoca una manifestación para el domingo 8 de junio contra la "mafia" del PSOE. En estas condiciones, desde el momento cero, la Conferencia estaba abortada. ¿Culpable el PP? Honestamente pienso que sí, al menos, el culpable fundamental. ¿Que el PSOE tampoco hizo mucho por que resultase fructífera? También. A esto se le debe añadir el florero de siempre, Ayuso, que ya boicoteó la reunión antes de empezar. Esta mujer le va a impedir a Feijóo que llegue al gobierno. Al tiempo.

Lógicamente, el partido en el gobierno es el más visible en sus errores: sin presupuestos, con poca presencia en el Parlamento, con muy pocas ruedas de prensa, con pocas explicaciones reales. A veces, parece que hace la oposición a la oposición. Y, sin embargo, este Gobierno ha hecho muchas cosas positivas. Eso sí, siempre ninguneadas por el PP, que no se ha mostrado nunca como partido de gobierno. Una oposición sin proyecto ni alternativa. La muestra de que ninguno de los dos partidos convence al votante medio es que, según los sondeos más importantes, el criterio de los votantes cambia muy poco, a pesar del ruido mediático. Da la impresión de que los ciudadanos tienen más sentido común que los políticos.

Una de las causas del pobre nivel político español es la estructura imperante en los partidos políticos. Y en esto todos los partidos son prácticamente iguales. Son excesivamente endogámicos, el debate interno es inexistente, el poder de los dirigentes es oligárquico: el que manda manda y el resto no pinta nada; el nivel intelectual-político del militante medio es muy pobre; se confunde la política con el maniobrerismo: el más astuto es el mejor político; el bien común es un concepto escaso, priman más los intereses personales. Negro panorama el de unos partidos políticos que se han engordado demasiado tras el ayuno de 40 años de dictadura.

Y no hablamos de las instituciones, que son la madre del cordero en una sociedad democrática. Todo lo bueno y lo malo que le llega al ciudadano proviene de las instituciones públicas. Los partidos son un mero, pero imprescindible, instrumento para su configuración. Si los partidos se creyesen más su papel instrumental elegirían para su representación institucional a los mejores de sus filas, pues el buen funcionamiento institucional es el verdadero objetivo de una sociedad democrática. ¿Pasa eso? No. Más bien lo contrario. Entonces, ¿de qué estamos hablando?

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