Opinión

¡Vuela, libertad!

Unos usurpan palabras para imponer sus reglas y otros despiertan rodeados de corruptos de los que dicen no saber nada y el perdón es el peor remedio

Sigue el genocidio en Gaza y de forma inexplicable todo se justifica en el nombre de Hamás, lo que me lleva a preguntarme cómo se juzgará el asesinato masivo de un pueblo a manos de otro pueblo, mientras una parte del mundo reclama la palabra libertad otorgándole todo lo que no significa. América, la primera democracia del mundo, anda jugando a eso y persigue en nombre de la libertad a aquellos que defienden la verdadera libertad, que no es otra cosa que huir del castigo, atender al distinto, escuchar al contrario y saber andar entre la solidaridad y la fraternidad cuando el horizonte se torna negro y odiosamente perturbado. Pero no solo América, son muchos los que se suman al juego de salvar a la libertad amordazándola y resulta terrible ver cómo esta nueva libertad solo habla de castigo, de multas, de agresión, de exterminio y dolor, y por eso hay que detenerse y respirar y recordar esa otra libertad que hablaba de futuro, de hermanos, de fertilidad y de esas cosas que hoy resultan baratijas y se desprecian sin entender su verdadero valor, que es sanador porque nos salvó y nos volverá a salvar. 

La broma ha ido demasiado lejos, tan lejos que no hace ninguna gracia, porque mientras unos usurpan palabras para imponer sus reglas, otros se despiertan rodeados de corruptos de los que dicen no saber nada y el perdón es el peor de los remedios, porque no es un remedio cuando todo está patas arriba y lo que despertaba a la decencia y a la regeneración se torna en un tornado de consecuencias tristemente incalculables, cuando otra vez los hechos secuestran a las palabras para acabar cayendo en su propia trampa, no sin antes haberse llevado ilusiones, confianzas y permitiendo anestesiar al miedo con retóricas populistas que conmueven y aturden indistintamente. 

Así que ante todo esto comparto mi rato de decencia al escuchar a Silvia Pérez Cruz y Salvador Sobral cantando el tema Con el corazón por delante y que reza, «y ahí vamos con las dos manos en alto, dispuestos a entregarnos los primeros, teniendo más que claro que el amor nunca toma prisioneros. Tú y yo…». Tú y yo y la libertad que no ata, que acompaña y arropa enfrentándose a la tiranía y a sus tiranos que todo lo secuestran, destruyen y devoran hasta alcanzar una simbiosis errática y dolorosa. 

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