Opinión

Los desafíos de Zaragoza en la era Chueca

La capital aragonesa ha de apostar aún más por la vivienda pública, la integración de los migrantes, una movilidad del futuro y llevar a los barrios su imparable transformación

Imagen aérea de las riberas del Huerva, rodeadas de ailantos que serán talados a partir de la próxima semana.

Imagen aérea de las riberas del Huerva, rodeadas de ailantos que serán talados a partir de la próxima semana. / AYUNTAMIENTO DE ZARAGOZA

Zaragoza ya es la cuarta capital de España en población. Los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) avalan la evolución de una ciudad que ha superado a Sevilla y va camino de alcanzar los 700.000 habitantes. Las cifras son el reflejo de la vitalidad y el dinamismo que ha adquirido la capital en la última década, pero también de confianza y progreso. Sin embargo, tan importante es que el corazón de Aragón sea capaz de latir con fuerza para crecer y afrontar el futuro con buenas expectativas como que tenga la valentía de definir cómo lo quiere hacer, bajo qué parámetros y con qué mimbres. La pregunta, en definitiva, es: ¿qué quiere ser de mayor Zaragoza? 

El interrogante queda en el tejado de Natalia Chueca, la alcaldesa que cumplirá el próximo 17 de junio dos años al frente del gobierno municipal y que afronta el ecuador de la legislatura con un buen puñado de proyectos en ejecución con los que quiere transformar la ciudad de puertas hacia dentro para que pueda seducir de puertas hacia afuera. La hoja de ruta que ha emprendido Chueca parece estar clara, con la recuperación de las riberas del Huerva, la construcción de la nueva Romareda, la apuesta por levantar una ciudad del cine en la antigua fábrica de Giesa y el objetivo de atraer más turismo y empresas. La alcaldesa ha definido con claridad cuál es el modelo por el que apuesta para sacar brillo a una Zaragoza que tiene como principal patología una histórica falta de autoestima. Y ese es, precisamente, uno de sus desafíos. 

Durante los dos años que lleva al frente de la alcaldía ha activado su visión más práctica, situando la gestión por encima de la política, quizá por aquello de que lleva poco tiempo sumergida en esto de la vida pública. Además, ha mostrado valentía a la hora de tomar decisiones que en algunos casos han resultado polémicas y han generado intensos debates. Sin embargo, cuenta con el aval de rozar casi la mayoría (se quedó a solo un concejal), y eso da mucha tranquilidad. 

Pero más allá de estos proyectos estratégicos que impulsarán la metamorfosis de Zaragoza, la capital aragonesa tiene ante sí el complicado desafío de afrontar asuntos clave que marcarán el desarrollo de la ciudad y que se sustancian en tres pilares fundamentales: la nueva movilidad, las políticas de vivienda, llevar a los barrios inversiones e iniciativas que desahoguen el centro, y la capacidad para integrar en la ciudad a la población de migrantes. 

Chueca ha definido cuál es su modelo para sacar brillo a una Zaragoza que tiene como principal patología una histórica falta de autoestima

Este último asunto es, posiblemente, uno de los que más preocupa en el Ayuntamiento de Zaragoza, ya que en los últimos meses se está detectando una mayor presencia de migrantes sin hogar que ya no tienen el perfil de antaño (predominan ahora los jóvenes) y que proceden, principalmente, de África. Buscan oportunidades, pero lograrlo resulta complicado. De ahí, la necesidad de abordar una estrategia integral por parte de las tres administraciones (central, autonómica y local) para tratar de atajar un problema que es común al territorio nacional. Sin embargo, es imposible hacerlo sin recursos, tal y como señalan desde el tercer sector. Integrar, mejorar la convivencia y ofrecer oportunidades condicionará no solo las vidas de estos migrantes sino el desarrollo futuro de Zaragoza y Aragón en su conjunto. 

Otro de los asuntos, también ligados con la calidad de vida de la ciudad y el progreso es el acceso a la vivienda. El camino elegido por el consistorio y por la DGA parece ser el adecuado y pasa por incrementar la oferta de vivienda pública de alquiler asequible. Esta será uno de los asuntos que más pueden marcar la vida de los aragoneses y el futuro de una ciudad que tiene entre sus virtudes tratar de que la brecha entre quienes tienen una mayor renta y los que menos ingresan sea una de las más bajas de España. 

La movilidad también definirá el futuro de Zaragoza, que ha experimentado un incremento de su población y que ha de dar salida a ese flujo diario y constante de ciudadanos. Y ahí es donde ha de entrar en juego el tranvía. Llevarlo a Arcosur y plantear una segunda línea vertebraría la ciudad, la haría más sostenible y habitable, algo que mejoraría su imagen y proyección. La actuación sería, además, compatible con hacer a la ciudad partícipe de su metamorfosis, llevando a los barrios ese espíritu de la nueva Zaragoza que se quiere diseñar para el futuro.  

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