Opinión | CON SENTIDO/SIN SENTIDO

Elogio del ‘casting’

El desvelamiento del pillastre Santos Cerdán nos lleva a dos conclusiones: que la condición humana tiene difícil remedio y que los partidos políticos son estructuras endogámicas que abonan lo peor de esa condición. Para evitar eso hay que tener firme voluntad de erradicar la inercia a la corrupción sistémica. En la derecha hay escasa intención para tal fin, más allá de la retórica hacia la galería, entre otras razones porque su electorado apenas penaliza algo tan «natural». La izquierda proclama combatir esa lacra desde su atalaya moral, mucho más si ha llegado al gobierno en nombre de la regeneración; pero para cumplirlo hay que mantener una continuada tensión in vigilando, y aquí es donde ha fallado el partido y Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Recuerdan a altos cargos socialistas recriminándole a Esperanza Aguirre su escasa tensión vigilante ante los batracios de sus charcas? ¿Recuerdan a Pedro Sánchez espetándole a un Rajoy cercado que el perdón en política no es suficiente?

El trío de trincones ha colocado al PSOE de Sánchez y al Gobierno de coalición progresista ante el acantilado político, precisamente porque ambos provienen de un pacto anticorrupción fundacional que ahora refutan hechos incontestables: los dos secretarios de organización de Sánchez han salido ranas y la trama anfibia apunta al ministerio de Transportes. Cuanto menos, el gran estratega y todopoderoso presidente parece estar tan despistado que le montan un patio de Monipodio en su casa... Y lo peor, el discurso oportunista, catastrofista y plagado de bulos de la Derecha (política, mediática y judicial) queda validado por estas fechorías socialistas; por no hablar de cómo esto incrementa sobremanera el precio del apoyo de los sustentantes del Gobierno. Hasta ahora pensábamos que su principal enemigo era la conjura que usa el lawfare como principal ariete, pero resulta que estaba en su propio seno. Roguemos para que el próximo secretario de organización socialista profese los tres votos de San Benito que controlan los apetitos humanos (pobreza, castidad y obediencia) o que, al menos, tenga detrás un comando de seguimiento del CESID. De lo contrario, veremos a un gandul inepto (ni es capaz de pronunciar una frase en francés) como vicepresidente neofascista del gobierno de otro inepto sin proyecto de país. El determinante viento de cola sopla ahora desde latitudes reaccionarias, y si, además, el único partido socialdemócrata gobernante en Europa pone al timón a Rinconete y Cortadillo, de nada servirá ni la más maravillosa de las políticas sociales. No basta con un buen libreto, se requiere un riguroso casting y un director de actores que no quite ojo.

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