Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Juan Gerona Peña

Las casualidades de la vida llevan, a veces, a contar las de otros. Eso es lo que le ha sucedido al sariñenense y escolapio Juan Yzuel, quien acaba de dedicar una biografía a Juan Gerona Peña, otro aragonés, asimismo nacido en Sariñena, cuyo trayecto bien vale la pena conocer.

Cuenta el autor en el prólogo de su libro que su familia, los Yzuel, tenían en Sariñena el Hotel Ylsa. A cuya cafetería, un buen día de 1982, entró un nombre (Juan Gerona) para llamar por teléfono. La madre de Yzuel lo oyó por casualidad referirse a Nueva York. Al terminar su llamada se animó a preguntarle por esa ciudad, a la que, precisamente, su hijo Juan acababa de ser destinado en labores de misionero para las comunidades hispanas procedentes de la emigración a la Gran Manzana. De ese primer contacto nacería el interés de Juan Yzuel hacia Gerona, una admiración que ha terminado por sentarle a la mesa de escribir, rodeado de fotos y documentos, para redactar y editar Ciudadano del mundo: biografía de Juan Gerona Peña.

La vida de Juan Gerona (Sariñena 1930-Dallas 2003) es la de un resistente antifranquista embarcado en múltiples proyectos, y como con varias vidas a la vuelta de su largo camino. En la posguerra creció en Cataluña, donde su padre ejercía como notario. Muy pronto comenzó a devorar libros sobre las que serían dos de sus grandes pasiones: las lenguas, por un lado (llegaría a dominar una decena de idiomas), y los movimientos sociales. Esa inquietud de corte histórico y sociológico le llevó, seguramente por contraste con la censura franquista, a militar en las filas del FLP (Frente de Liberación Popular) en cuya órbita asimismo giraron otros aperturistas, como Tierno Galván o Pascual Maragall.

Juan Gerona había estudiado Derecho y consiguió aprobar las oposiciones al Cuerpo Diplomático, pero su compromiso político y participación en actividades «subversivas» llevaron a su detención en 1959, juicio, condena y prisión en el penal de Cuenca, donde estuvo confinado tres años. Posteriormente, ya como exiliado, trabajó en la ONU como traductor, desarrollando un trabajo extraordinario y estableciendo en Nueva York una casa que fue un oasis de tolerancia y libertad.

Un ejemplo de libertad, independencia, inteligencia y humanidad: Juan Gerona Peña.

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