Opinión

Un mundo de plástico

La desidia imperdonable de nuestra consumista sociedad ha conseguido llenar de basura todo nuestro entorno... e incluso un poco más allá, pues no existe rincón libre de residuos plásticos, sean las fosas marinas más remotas y la propia atmósfera como, por supuesto, los cultivos ya viciados que habrán de proporcionarnos buena parte de la ingesta cotidiana. Vivimos en un inmenso estercolero mientras fomentamos hábitos nefastos, en gran parte responsables del calentamiento global, quizá ya muy difícil de revertir, en tanto que sus negacionistas continúen tildándolo de invención interesada de grupos ecologistas.

En tanto que la educación desde la infancia es una medida muy eficiente, siquiera para incrementar la presión popular que termina por mover a los gobiernos, científicos de todo el orbe trabajan para aportar soluciones que, al menos, puedan paliar los perniciosos efectos de una contaminación tan globalizada. Ya se han logrado importantes avances para sustituir los materiales plásticos actuales por variedades fáciles de reciclar, así como alternativas que se autodesguacen sin dejar el menor rastro. En el Mar Menor de Murcia se viene experimentando la adaptación de algas marinas que posteriormente puedan aplicarse a los cultivos, como fertilizantes y como mejora de los productos agrícolas típicos de la huerta; a su vez, diversos grupos de trabajo laboran para conseguir variedades de productos susceptibles de cultivo local, evitando transportes innecesarios. Se trabaja en diversos frentes, de tal forma que la suma de resultados alcanza ya una repercusión más que notable, pero aún muy lejos de ser suficiente.

La responsabilidad de legar a nuestros hijos y nietos un planeta habitable corresponde a quienes hoy mismo mantenemos alguna capacidad, sea mínima o grande, para cambiar las cosas: es decir, ¡todos sin excepción! 

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