Opinión
Negras nubes amenazantes
En estos tiempos resulta de recomendable lectura el libro de Joaquím Bosch titulado Jaque a la democracia. España ante la amenaza de la deriva autoritaria mundial (2024). En dicha obra, el prestigioso magistrado nos alerta de los peligros que amenazan nuestra democracia hasta el punto, razón por la cual no duda en afirmar, de forma contundente, que «una deriva autoritaria está recorriendo el mundo democrático, en una especie de marcha que puede ser triunfal».
Esta involución política que, en sus distintas formas y ritmos, tiene lugar en numerosos países, tiene un rasgo en común cual es que está causando que los pilares de la democracia representativa se estén agrietando. Ello supone, por desgracia, que el sistema democrático ha dejado de ser una «conquista irreversible», como una gran conquista de la civilización, como pensaba Francis Fukuyama, dado que, en los últimos años, como advierte Bosch, «han surgido síntomas bastante serios» de un evidente «repliegue democrático». En este sentido, el Informe de Freedom House de 2023 ya constataba retrocesos muy importantes en materia democrática, los cuales, añade, «se suman al deterioro progresivo y acelerado de las dos últimas décadas». De hecho, en 2023, los derechos políticos y civiles disminuyeron en 52 países, razón por la cual «el impulso renovado de la autocracia resulta inquietante».
Esta peligrosa involución a la que se refiere el citado Informe se manifiesta de diversas formas claramente constatables y es que, pese a mantener estructuras formalmente democráticas, en diversos países se vulnera la separación de poderes, se hostiga a los medios críticos con las actuaciones gubernamentales, se ataca a los derechos de las minorías y se realizan cuestionables reformas del sistema electoral para garantizar la reelección del partido en el poder. Los ejemplos de todo ello son evidentes: desde las polémicas medidas tomadas por Donald Trump tras su reelección, hasta el creciente autoritarismo de la Rusia de Putin, pasando por la involución de la Turquía de Erdogan o de la Hungría de Víktor Orbán o también en Polonia, países estos dos últimos que, pese a ser miembros de la Unión Europea (UE), en los últimos años han aplicado políticas de retroceso en materia de separación de poderes, en el pluralismo político y en los derechos de las personas.
No mejor ha sido la situación con la llegada al poder de la derecha radical en Italia de la mano de Giorgia Meloni o en Argentina con el histriónico Javier Milei. Especialmente preocupante es lo ocurrido en Alemania, uno de los principales motores políticos y económicos de la UE, en donde hasta hace bien poco tiempo «era impensable que volviese a articularse una extrema derecha amplia» dada la pesada losa del pasado sucio que para el país germano supuso el nazismo. Y, sin embargo, ahora, la ultraderechista Alianza por Alemania (AfD) se ha convertido en la segunda fuerza política en el Bundestag de Berlín.
A todo ello hay que sumar el auge de los partidos de la extrema derecha en la mayor parte de los países de la UE tras las pasadas elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2024.
Por lo que se refiere al caso concreto de España, tras el auge de Vox, la deriva autoritaria, como señala Ignacio Sánchez-Cuenca, «se produce gradualmente, no mediante una impugnación de los principios fundamentales de la democracia, sino mediante el desmontaje pausado de las reglas y prácticas institucionales».
Por todo lo dicho, estamos asistiendo con preocupación a un incremento de los discursos y actitudes autoritarias en sectores de la ciudadanía que hasta hace poco tiempo no cuestionaban los valores democráticos. De hecho, como señala Yascha Mounk, en bastantes países, «se ha acrecentado el porcentaje de personas que no consideran esencial vivir en un país gobernado democráticamente». Incidiendo en este tema, como señala Bosch, «se trata de porcentajes que siguen siendo minoritarios, pero van peligrosamente en aumento. Y resulta preocupante constatar que son más elevados entre los jóvenes».
A modo de advertencia final, el juez Bosch sentencia: «La democracia pluralista ya no es tan indiscutible. A partir de la revolución digital, estamos cimentando nuestras sociedades sobre nuevas bases, de solidez incierta, que pueden incidir muy sensiblemente en nuestro sistema político. Todo se acelera a la velocidad viral de Internet. Deberíamos prestar atención a estas transformaciones».
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