Opinión
La pobreza y la falta de vivienda
El termómetro de la pobreza ha sufrido importantes cambios a lo largo de los últimos años, aunque el salto cualitativo llegó a raíz de la crisis de 2008, que dejó a millones de españoles sin empleo. El paro escaló por encima del 20% en Aragón y la falta de trabajo se convirtió en el principal aliado de la pobreza en los años posteriores a la gran recesión. El desempleo ha sido, tradicionalmente, el factor fundamental que ha empujado a los ciudadanos a transitar por esa fina línea que separa una razonable calidad de vida del riesgo de caer en el vacío. Sin embargo, ahora existen nuevos condicionantes que elevan la precariedad de las personas y las familias y auguran un escenario gris oscuro, pero el más importante de todos es la vivienda.
La memoria anual de Cáritas en Zaragoza, correspondiente a 2024 y presentada ayer a los medios de comunicación, refleja que casi el 40% de las familias atendidas durante el pasado año vivía en pisos compartidos, una realidad cada vez más extendida ante la imposibilidad de afrontar el pago de las cuotas del alquiler por parte de los zaragozanos que peor lo están pasando. La entidad social advierte de que la falta de vivienda y la escalada de precios es ya un «verdadero problema social» que, pese a las continuas advertencias de los últimos años, no acaba de afrontarse con determinación. Tanto es así que el informe refleja una realidad cada vez más habitual, que no es otra que el incremento de los denominados trabajadores pobres, en los que confluyen factores como la temporalidad, los bajos salarios, el repunte del coste de tener un hogar digno y la falta de expectativas. La escasez de oferta pisos, la especulación y la inexistencia de un parque público que haga accesible la vivienda para aquellos que tienen menos ingresos están detrás de un mercado que se está engullendo la vida de miles de personas. De hecho, hay casos en los que hasta 20 personas comparten un piso en Zaragoza, según relata Cáritas.
Sin embargo, la vivienda no es el único factor que pone en jaque a las familias e impacta con fuerza en la sociedad. La llegada de población inmigrante y el desarrollo de políticas que acompañen a su integración social y laboral también será un aspecto determinante si se quiere aspirar a tener una sociedad equilibrada y sana. En este sentido, el informe de Cáritas señala que la mayoría de las personas atendidas en 2024 eran extranjeras, tres de cada cuatro, y el 52% estaba en situación administrativa irregular. Así, la entidad subraya que el número de migrantes sin papeles ha crecido en Zaragoza un 600% en la última década.
No existen varitas mágicas para solucionar problemas complejos, pero desde luego el de la vivienda y el del desarrollo de políticas para integrar a la inmigración en la sociedad son dos de los acuciantes. Cuanto más tiempo se tarde en actuar más dramático será para todos.
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