Opinión | CON SENTIDO/SIN SENTIDO

Los nuevos hidalgos

Durante el siglo de Oro España tenía un gran porcentaje de población de clérigos e hidalgos que no pagaban impuestos. Esa rémora fue una de las claves de la ausencia de ese espíritu burgués y emprendedor que lastró la modernización que cuajó en Europa. Hoy día la estructura social ha cambiado mucho y se ha hecho más dinámica, pero no es menos cierto que vuelve a tener relevancia un grupo social basado en las rentas más que en un trabajo cada vez más precarizado por la perversa dinámica del turbocapitalismo. Tal como están los precios de la vivienda y los alquileres, los actuales privilegiados son los propietarios y rentistas, estatus que no viene tanto de los méritos del trabajo sino de las herencias o los pelotazos. Eso conlleva también una mentalidad aspiracional que se resiste ante cualquier medida redistributiva o a trastocar el statu quo de la vivienda, el gran problema que atenaza nuestro ascensor social. Hemos topado con los nuevos hidalgos, que defienden con uñas y dientes su estatus, propiedades o puesto de trabajo estable y bien remunerado. Eso explica que haya un amplio espectro, desde los propietarios menos acaudalados hasta los grandes tenentes, que responden a estos intereses y que abrazan normalmente los discursos de la derecha.

Los hidalgos desprecian a los currantes pecheros, dependientes de trabajos poco eficientes que muchas veces desempeñan los emigrantes. De la misma manera que los fijosdalgo del siglo de Oro se sentían los auténticos españoles, descendientes de una alcurnia no contaminada y heroica que refrendaba su privilegiado estatus, estos nuevos hidalgos del XXI suelen abrazar los discursos nacionalistas para distinguirse de «los otros». Ya no importa tanto tu oficio ni cualificación profesional, sino tus propiedades, inmobiliarias sobre todo, para determinar esa condición hidalga. Así se explica también la liquidación del concepto de clase que había regido en el ciclo precedente del capitalismo. Si quieres conocer el verdadero mapa sociológico en la actualidad no hay que fijarse tanto en las categorías de obreros, profesiones liberales o empresarios, sino en el patrimonio que permite vivir con mayor o menor holgura. Las circunstancias históricas han propiciado que esta nueva hidalguía abunde más en los boomers, pues los jóvenes viven tiempos en que es muy difícil convertirte en un propietario inmobiliario si no es por herencia. Sin embargo, una parte significativa (sobre todo masculina) de este sector de población desposeído canaliza su descontento abrazando los discursos iracundos, falsamente inconformistas, de la ultraderecha. Así pues, entre hidalgos aspiracionales y pecheros indignados con tics neofascistas, la base social de la izquierda cada vez se estrecha más y tiene un futuro más que preocupante.

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