De premios y premiados

Premios que recompensan el buen hacer, muestra fiel de entrega generosa y solidaridad, inmersas en el magma de egoísmos desatados y noticias depresivas que nos abruma cotidianamente.

El CEIP Ramiro Soláns ha recibido el Princesa de Girona, merecido galardón a su dilatada labor en pro de la convivencia y la integración; en palabras de Rosa Llorente, directora, «hacemos barrio». Se ha reducido de manera increíble el absentismo escolar, al tiempo que se incrementaba la participación familiar en las iniciativas del colegio, que también incluyen clases para adultos seleccionadas por ellos mismos. Un futuro espléndido, sin límites ni exclusiones, en el barrio Oliver, que goza del apoyo incondicional de Felipe VI, quien también apadrinó al pueblo gitano en la conmemoración de su llegada a España.

Otro premio destacable en días pasados ha sido la Medalla Echegaray, otorgada por la Real Academia de Ciencias a Luis Oro, nuestro distinguido científico e investigador, adalid del desarrollo del sistema español de ciencia y tecnología, cuya brillante trayectoria le ha elevado a un lugar primordial entre los grandes químicos universales de todos los tiempos. Quizá su desarrollo personal haya sido algo más fácil que si hubiera nacido en el barrio Oliver, pero comparte con esos vecinos su tenacidad, voluntad y motivación para mejorar el mundo.

Por último, haré referencia al escritor Eduardo Mendoza, a punto de abandonar el hermoso oficio de contar historias cuando ha recibido el Princesa de Asturias de las Letras. Un gran aliciente para la continuidad de su labor creativa, tan satisfactoria en la esfera emocional como exiguamente recompensada en el terreno material, pues las actividades de índole cultural nunca dejarán de ser la cenicienta en cuanto a reconocimientos tangibles: zapatitos de cristal, muy frágiles y para pocos pies.

Suscríbete para seguir leyendo