Opinión
La veta navarra de la corrupción española
En 1982 Felipe González nombró delegado del Gobierno en Navarra a Luis Roldán, que en 1986 pasó a ser director de la Guardia Civil, cargo del que se aprovechó para obtener generosas mordidas a cuenta de la construcción de casas cuartel de la guardia civil en plena guerra contra ETA. Por su parte, Gabriel Urralburu, presidente del Gobierno de Navarra entre 1984 y 1991, fue condenado a 11 años por cobrar comisiones ilegales en obras públicas. Y Javier Otano, que le sustituyó en 1995 y 1996, tuvo que dimitir al saberse que tenía una cuenta multimillonaria en Suiza. Después llegó UPN, que perdió su mayoría el 2007, si bien Ferraz obligó al PSN a que lo apoyara e impidió que recibiera el apoyo gratis total ofrecido por Nafarroa Bai y Aralar, mucho más temidos en Madrid que la derecha navarra.
Koldo García, un mamporrero de activistas que fue indultado por Aznar en 1996, se hace concejal de Huarte, tradicional feudo abertzale, entre 2011 y 2015. Desembarcó en Madrid como asistente de Ábalos, luego convertido en el jefe del ministerio que más dinero público manejaba. Por lo que parece, el antiguo mamporrero creó una trama de mordidas en la que no tardó en involucrar al socialista valenciano. Para ello siguió las enseñanzas de quien parece haber sido su mentor, Santos Cerdán, que apostó por Sánchez contra el aparato para dar cuerda a su propia corrupción. Le fue bien. Por cierto, este otro socialista navarro también medró como en los tiempos del rechazo a lo vasco.
Quizás esto se deba a que el PSN nace en 1982 con la intención de sustituir la presencia que desde antes de la Guerra Civil tenía en ese territorio el PSE, algo que también ocurría con bastantes empresas, pues Navarra y Euskadi formaban una especie de unidad territorial dada por obvia. Ese mismo 1982 se aprobó el estatuto de autonomía navarro, siguiendo un procedimiento inédito, como es que no pasó por la cámara foral sino directamente por el Congreso y el Senado, tal era la desconfianza madrileña a que los navarros no quisieran desgajarse de su vecina Euskadi.
En fin, que una de las fuentes de corrupción que histórica y recurrentemente ha asolado al socialismo español desde la Transición tiene su origen en el empeño de crear desde la nada, sin tradición política alguna que lo sostenga, el PSN, un partido que solo nació para separar Navarra de Euskadi. Ante el vacío ideológico y la falta de tradición política de semejante engendro, no es extraño que sus cargos volcaran su empeño en hacerse de oro. Eso sí, aprovechando los enormes recursos económicos y políticos que les proporcionaba la lucha contra el vasquismo y contra ETA. O sea, que esta inagotable veta de corrupción hunde sus raíces en la esencia de la reciente historia de España y que sus genes se funden con los de la propia configuración territorial de esa idea. La veta borbónica tiene raíces y genes parecidos.
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