Opinión | el comentario

Pablo Conde

La fuerza del vino aragonés en el mundo

En un entorno internacional cada vez más complejo, en el que confluyen cambios en el equilibrio geoeconómico y nuevas sensibilidades de consumo, el vino se mantiene como uno de los grandes activos de internacionalización de nuestro país. En este contexto, Aragón está demostrando que su modelo vitivinícola no sólo es competitivo, sino profundamente contemporáneo: respetuoso con el entorno, abierto a la innovación y alineado con lo que hoy espera el consumidor global.

Las cuatro denominaciones de origen aragonesas –Cariñena, Somontano, Campo de Borja y Calatayud– han sabido construir una identidad sólida basada en la autenticidad, la diversidad varietal y la sostenibilidad. La apuesta por envases responsables, certificaciones ambientales, prácticas regenerativas y una conexión clara con el paisaje han convertido al vino aragonés en una propuesta con capacidad de seducir, más allá de nuestras fronteras, a unos consumidores abiertos a probar nuevas propuestas, y que cada vez valoran más ese sabor que evoca origen, honestidad y respeto por la tierra.

En mercados estratégicos como Estados Unidos, primer importador mundial de vino, el interés por este perfil de producto es creciente. El consumidor de ese país, especialmente en los segmentos jóvenes, busca vinos sostenibles, con menor graduación alcohólica y una historia detrás, y da un peso cada vez mayor a estos aspectos a la hora de elegir qué vino compra, optando incluso por franjas de precio más elevadas si la calidad lo merece.

Esto ofrece oportunidades muy valiosas a Aragón, cuyos vinos se están posicionando con fuerza en estas tendencias. Y desde ICEX acompañamos ese proceso con inteligencia de mercado, acciones promocionales como Spain’s Great Match y la identificación de oportunidades para las empresas vinculadas a aspectos como el embalaje o el comercio electrónico.

Sin embargo, el mercado estadounidense también plantea retos, y las exportaciones de vino español a ese país están sufriendo un cierto retroceso en los últimos años. Ahora, con la reactivación del debate sobre aranceles a productos agroalimentarios europeos, es necesario anticipar potenciales impactos, defender los intereses del sector para consolidar posiciones y reforzar la diversificación de mercados.

En este sentido, desde ICEX trabajamos para abrir y consolidar mercados adicionales con herramientas como las misiones inversas, en las que Aragón está teniendo una participación muy activa. Casos como las extensiones regionales de misiones inversas en Fruit Attraction, en el programa Hospitality Training Program o en la Barcelona Wine Week han permitido mostrar in situ el potencial de Aragón ante importadores y prescriptores clave, como responsables de compra de grandes cadenas hoteleras.

Además, trabajamos en acciones en mercados con potencial, como Suiza –con iniciativas como Spain Fusión, que reunirá tanto a empresas españolas en busca de distribuidor como a importadores suizos, con el fin de fortalecer los lazos comerciales–, Reino Unido, donde Aragón será una de las regiones protagonistas en el próximo Taste Spain; Canadá, donde se están alcanzando cifras récord de exportadores regulares de vino; o Bélgica, que comienza a ser un destino relevante para las exportaciones españolas de vino, con un crecimiento cercano al 30% desde 2020.

Nuestro objetivo no es sólo que el vino español crezca en volumen, sino que lo haga en valor, reputación y presencia estratégica. Y en ese camino, el vino aragonés es hoy un ejemplo de cómo la autenticidad, cuando se acompaña de visión internacional y sostenibilidad, puede convertirse en una ventaja competitiva real. Desde ICEX seguiremos impulsando este esfuerzo colectivo. Porque el vino no sólo nos representa fuera: también nos define como país.

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