Opinión

Tolstoi y el sistema

En estos tiempos de globalización neoliberal, cualquier meditación sobre la amoralidad o abierta inmoralidad de sus causas podría resultar cuando menos interesante, y tal vez, ¡ojalá!, terapéutica. Más si dicha reflexión procede de una pluma tan autorizada como la de León Tolstoi, y mucho más si nos resultase posible aplicar sus recetas a la actualidad.

En Mi viaje al otro lado de la realidad (Editorial Errata Naturae) el gran novelista ruso meditaba en profundidad sobre los problemas y contradicciones laborales y económicas de la Rusia de finales del siglo XIX que le tocó vivir. Incluyendo, en un ejercicio de encomiable sinceridad, su propia relación personal con la propiedad de la tierra (él mismo era un rico terrateniente), con los primeros ingenios industriales, con los medios de producción, así como sus vinculaciones con campesinos y obreros, enmarcadas en sus complejos de clase y en sus anhelos para lograr establecer unos nuevos principios de justicia social en una Rusia zarista detenida en el tiempo pasado –pero presente allí–, del feudalismo.

En el mencionado ensayo, establecido sobre conceptos como «el dinero», «la servidumbre» o los significados de «la libertad», Tolstoi se sometió a sí mismo a una severa autocrítica, partiendo de la base de su condición de propietario de extensas tierras explotadas por mujiks, a quienes, a su vez, él explotaba según la más ancestral de las tradiciones heredadas de sus mayores.

Consciente de su privilegiada situación, Tolstoi renunció voluntariamente a ella, pasando a vivir, o a subsistir, como un campesino más. Viviendo con ellos, como ellos, y trabajando la tierra con sus manos. Tenía más de ochenta años y aquella dura experiencia quebrantaría su salud hasta ocasionarle la muerte, pero antes tuvo tiempo y la necesaria lucidez para meditar en voz alta sobre la inutilidad de la limosna, la precariedad de la beneficencia mal entendida, y los orígenes, o causas, de la desigualdad: el valor de la moneda, siempre por encima del del trabajo; la influencia de los precios y las deudas en las frágiles economías familiares; la ineficacia de la compasión frente a la solidez de una justicia mucho más democrática... Para reflexionar... 

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