Opinión | EDITORIAL

Aragón, ante los cambios de fondo en el turismo

El modelo de futuro del turismo está sometido ahora mismo a un momento de reflexión. La mayoría de analistas, tanto del propio sector como del entorno universitario, propone la necesidad de ahondar en lo que podríamos llamar las tres D. La desestacionalización, la diversificación y la descentralización. También desde la Administración se llevan a cabo iniciativas para lograr que uno de los sectores con más incidencia en el PIB avance hacia principios de sostenibilidad ambiental, de eficiencia energética y de uso racional de recursos escasos. Es innegable que ciframos la potencia económica del sector turístico en función de los visitantes y de los ingresos que generan, desde el consumo estricto a la generación de empleo. En este sentido, la previsión de 2025 se cifra en unos 100 millones de turistas, un récord que nos induce a pensar que no se ha tocado techo. En Aragón, el año pasado la cifra superó por primera vez los 4 millones aunque el margen de crecimiento sigue siendo amplio. La comunidad destaca, sobre todo, en las posiciones que varios municipios ocupan en el turismo de interior, sin costa. Jaca, Benasque y Sallent de Gállego se cuelan, por ejemplo, en la quinta, séptima y novena plaza nacional, respectivamente. También destacan Torla (15), Sabiñánigo (17), Bielsa (22), Biescas (29), Boltaña (38), Aínsa (44) o Panticosa (49), todos de la provincia de Huesca. En Teruel, Albarracín ocupa el puesto 80 y Alcañiz, el 87.

Al mismo tiempo, sin embargo, conviene estar atentos a una cifra significativa. Mientras que en los cuatro primeros meses del año se han incrementado en un 7%, hasta los 25,6 millones de turistas, la previsión de crecimiento en la temporada alta se calcula en torno al 2,4%. Un primer indicio, pues, de desestacionalización, un concepto que no solo implica alargar la temporada más allá de los meses tradicionalmente punteros, sino que responde a todo un conglomerado que conlleva diversificar la oferta y ofrecer otro tipo de atractivos, con el consecuente beneficio en forma de mancha de aceite. Es en este punto donde Aragón cuenta con varias de sus grandes armas: ser un destino menos saturado y el turismo ligado a la naturaleza, la gastronomía y la cultura.

Según un estudio promovido por el lobi Exceltur, los puestos de trabajo han aumentado cerca de un 20% en aquellas destinaciones que han apostado por desestacionalizar la campaña. La vertebración de un sistema con alojamientos reglados que consideren este aspecto ha de permitir un mayor músculo del sector al mismo tiempo que una mayor conciencia ambiental y debe procurar también por una mejora de las condiciones laborales y estrategias de formación basadas en la cualificación. Llegar a un control más efectivo (como ya se está llevando a cabo) en relación al llamado alquiler vacacional y a las irregularidades administrativas en los apartamentos turísticos (en Zaragoza capital han aumentado un 72% en los dos últimos años), no solo beneficiará al sector en general sino a la propia convivencia con la población residente.

Se perciben cambios, asimismo, en cuanto a la diversificación y la descentralización, dos ítems que van estrechamente ligados. Tanto en la oferta de los municipios de «sol y playa» como en las otras localidades que ostentan el liderazgo turístico, se mantiene la necesidad de una reconversión que pase por otros incentivos, relacionados, por ejemplo, con el patrimonio inmaterial, las industrias culturales o proyectos de integración social. Los datos que se manejan informan también del auge de zonas con alicientes que hasta ahora quedaban al margen de la oferta mayoritaria.

No son cambios que se den de un día para otro, pero las tendencias globales ayudan a vislumbrar nuevos tipos de relación con el turismo que se basan en el respeto medioambiental y en conseguir una gestión más sostenible en el entorno de un necesario equilibrio territorial.

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