Opinión
Feijóo se juega el centro
El PP debe definir en su congreso de Madrid cuál es su estrategia para los próximos años, hasta dónde quiere llegar con Vox y qué medidas concretas tiene para ser una alternativa

Feijóo y Abascal mantienen un "encuentro informal" para abordar el contexto político
El Partido Popular se juega su futuro en los próximos meses, pero sobre todo se lo juega en el cónclave que celebrará los días 4 y 5 de julio, en los que la formación deberá definir su hoja de ruta para lo que resta de legislatura. El escenario no le puede ser más favorable, ya que Pedro Sánchez –que también se juega los cuartos y quizá mucho más que eso– está contra las cuerdas por los presuntos casos de corrupción que implican a quienes fueron su mano derecha durante los últimos años, José Luis Ábalos y Santos Cerdán. Pero fiarlo todo a la debilidad del rival no resulta inteligente y, desde luego, no es propio de un partido que aspira a gobernar.
Los populares, con Feijóo a la cabeza, se enfrentan a una seria encrucijada de la que no parece que vayan a salir tras el cónclave de Madrid, ya que parece estar todo cocinado y preparado para que el debate brille por su ausencia y los asuntos más espinosos se guarden en un cajón para no incomodar demasiado a nadie. Grave error. Todos los partidos tienen sus dos almas (y hasta más) y meterlas en el congelador no es, ni mucho menos, lo más aconsejable. Por tanto, todo apunta a que no habrá fuegos de artificio ni salidas de tono de Isabel Díaz Ayuso a propósito del sistema para elegir líder en el PP, ni propuestas que se salgan del carril respecto a posibles alianzas con la extrema derecha, no sea que incomode a alguien en las filas populares. Todo muy descafeinado, como le gusta a Feijóo.
La táctica del avestruz parece haberse instalado en los grandes partidos de España. También es algo habitual eso de tirar la piedra y esconder la mano. Esquivar conflictos y tratar de contentar a todos está en el ADN de Feijóo y también definió a su antecesor, Mariano Rajoy. Y ya sabemos cómo acabo todo. Quizá por ello, conviene, más que nunca, hacerse preguntas. ¿Alguien sabe cuál es la postura del Partido Popular respecto al incremento del gasto en Defensa? ¿Hasta dónde están dispuestos a elevar la aportación de España para enfrentar un escenario internacional tan convulso? ¿Qué tipo de política económica tiene previsto desarrollar? ¿Cuál es el modelo para abordar el fenómeno de la inmigración? ¿Qué fórmula tiene para atajar el problema de la vivienda en España? ¿Apoya la hoja de ruta trazada por la administración Trump? Y sobre todo ¿tendrá Feijóo líneas rojas a la hora de pactar políticas con Vox o priorizará la aritmética para llegar a Moncloa? Son preguntas aún sin respuesta y asuntos, todos ellos, que deberían ser abordados en el congreso que tendrá lugar los días 4 y 5 de julio.
Fiarlo todo a la debilidad del rival no resulta inteligente y, desde luego, no es propio de un partido que aspira a gobernar
Ejercer como oposición exige, desde luego, ser implacable con tu rival político, una forma de actuar que ha exhibido el PP durante la actual legislatura. Pero eso resulta insuficiente para tratar de convencer a una población española que se encuentra muy cómoda en el centro político o muy cerca de él, tanto a la derecha como a la izquierda. Tener ideas, programa y fe en ejecutarlo es, sin duda, una condición indispensable para gobernar un país que está hecho unos zorros. Echar leña a la hoguera solo contribuye a elevar el ruido y la crispación política. Por ello, conviene recordar que quizá, a corto o medio plazo, tenga que ser el propio Feijóo el que tenga que lidiar con esa atmósfera irrespirable si llega al Gobierno. Quién sabe.
Poco han cambiado las cosas desde las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023 en el cuartel general de Génova. Mazón sigue en su trinchera tras la dana en Valencia y con 227 víctimas a sus espaldas, algo incomprensible a pesar de que fue el propio presidente de la Generalitat el que desencadenó el fuego cruzado que privó a Feijóo de llegar a Moncloa con el primero de los pactos autonómicos con Vox. ¿Todavía no ha aprendido la lección el líder del PP?
Han pasado dos años desde entonces y los gobiernos de Baleares, Murcia, Valencia y Castilla y León han pactado sus presupuestos autonómicos con la ultraderecha a cambio de medidas que resultan incomprensibles para la gran mayoría de votantes de un país que vive instalado en la esquizofrenia política. Aragón, en cambio, marcó perfil propio y optó por no sellar un acuerdo con Vox.
Feijóo, en definitiva, se juega la conquista del centro en unos días, pero también a posteriori. Se juega su credibilidad como líder del PP y posible presidente del Gobierno. Se juega su reputación. Y sobre todo, se juega la libertad de aplicar políticas que chocan frontalmente con lo que propugna la ultraderecha. Es cuestión de elegir, aunque eso no parece ser el punto fuerte de Feijóo.
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