Opinión

Jung y las armas

Siendo Jung un autor a quien siempre hay que leer o releer con la máxima atención, y teniendo en cuenta los dobles o múltiples significados de sus textos, muchos de los cuales tratan de penetrar en esa masa de conocimientos, instintos y memorias que es el inconsciente, llama particularmente la atención cuando escribe de política. No tanto de su praxis como de aquellos principios relacionados con el poder que pueden influir en los individuos. 

De hecho, una de las afirmaciones más paradójicas de Jung sostiene que, si por un momento mirásemos a la humanidad como si fuera un individuo, «veríamos que es una persona arrastrada por poderes inconscientes». El psiquiatra austríaco sostenía en su tiempo que el mundo estaba ya disociado como un neurótico a raíz de su división por el Telón de Acero. «El hombre occidental –escribía premonitoriamente en la década de los cincuenta– conoce cada vez mejor la agresiva voluntad de poder del Este y no tiene más remedio que adoptar unas medidas extraordinarias de defensa. Lo que no ve es que son sus propios vicios, repudiados en público y ocultados por los buenos modales, lo que el Este le arroja a la cara usándolos de manera impúdica y metódica».

Esta clase de contradicciones internas en el ser occidental explicarían, según Jung, el creciente desamparo a que se ve abocada nuestra consciencia. Los occidentales se daban ya cuenta de que los problemas que les agobiaban entonces –no demasiado distintos de los de ahora– requerían de una doble solución, mental y moral. Para Jung, la solución armamentística, el rearme de la Europa llamada libre contra la amenaza del Telón de Acero era una respuesta desesperada e indeseable, pues presentaba un peligroso doble filo.

Los remedios morales y mentales tendrían una mayor eficacia que los puramente bélicos, implicando una protección intelectual, psíquica, contra toda invasión ideológica. Pero, al no dar con ellos, las organizaciones supra-occidentales ven debilitadas sus posiciones frente al gran mito del Este, también analizado por Jung: «el sueño arquetípico de una Edad Dorada o de un Paraíso en la Tierra, gobernando un jefe grande, justo y sabio el jardín de infancia humano». Psicoanálisis y política, ¡qué explosiva mezcla! 

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