Opinión

Resucitar a Anguita

Julio Anguita González (1941-2020) fue un político español que estuvo más de veinte años en primera línea, en el Partido Comunista, en Izquierda Unida e incluso en los previos a la existencia de Podemos, en un movimiento social, Frente Cívico, que desembocó en candidaturas municipales antes de convertirse en partido.

Maestro y profesor de secundaria fue elegido en 1978 como alcalde de Córdoba, donde permaneció dos legislaturas y dejó una huella imborrable. Siempre presentó una imagen dura, de hombre fuerte, con ideología comunista y firmes convicciones democráticas. En febrero de 1988 fue elegido coordinador general de Izquierda Unida y en el Congreso de los Diputados y en prensa comenzó una lucha sin cuartel contra el PSOE, al que consideraba muy de derechas, adjudicándose para su grupo el único papel de verdadera izquierda. Su teoría de las dos orillas se hizo muy popular, situando a PP y PSOE en una de ellas y ellos, el PCE dentro de IU, en la otra. Persona muy inteligente sabía que confrontando frontalmente con los socialistas podía ayudar a la derecha a gobernar, pero nunca le preocupó, incluso se le acusó en mentideros políticos de quererlo. En 1993 obtuvo un gran resultado, pero Felipe González retuvo la presidencia del gobierno. En estos años, 1993-1996, pareció que la pinza Aznar-Anguita funcionaría y así fue ya que el PSOE no tuvo mayoría y José María Aznar se convirtió en presidente del gobierno. Anguita lo celebró como un éxito personal, disimulando con el hecho de haber obtenido un muy buen resultado electoral. En buena parte de la izquierda, la más moderada, siempre creyeron que la lucha personal del ex alcalde de Córdoba por derrotar al socialismo había logrado, por fin, su objetivo. En 2003, el 7 de abril, la vida le dio un mazazo del que nunca se recuperaría del todo, la muerte de su hijo, Julio Anguita Parrado, periodista de El Mundo, fallecido por disparos cuando seguía profesionalmente la guerra de Irak.

Pablo Iglesias Turrión, uno de los grandes triunfadores del 15-M se convirtió en eurodiputado en 2014 y poco después, ya con Podemos como partido político, en la gran referencia de la izquierda más allá del PSOE. Una parte de los años en los que Julio Anguita era el secretario general del PCE los pasó Pablo Iglesias afiliado a las juventudes de ese partido y desarrollando una gran admiración por él. Cuando nació el movimiento social que daría lugar a Podemos, la relación entre ambos se estrechó. Aunque formalmente estuvieran en formaciones diferentes la mutua admiración se mantuvo siempre y la teoría de las dos orillas, aparcada en los años en los que Podemos entró en un gobierno de coalición con el PSOE, estuvo en la cabeza de P. Iglesias siempre.

Las vicisitudes de este han sido muchas y muy rápidas, pero su vinculación intelectual con Anguita no la ha abandonado nunca y aquella obsesión del malagueño parece ahora estar marcando la estrategia de Podemos. Da la impresión de que no es importante la unión de quienes se sitúan a la izquierda del PSOE, no, lo que hay que hacer es derrotarlo, y si Anguita lo consiguió, pues a intentarlo

Si Sumar, Podemos, Más Madrid, Bloque Nacionalista Gallego, Compromís, Izquierda Unida, Partido Comunista, Chunta Aragonesista, y algún otro partido que puede nacer en cualquier momento o existir ya sin que yo lo haya detectado, se presentan por separado saben que van al desastre. La decisión, por tanto, parece muy sencilla, organicemos una coalición y lista única. ¿Es difícil conseguirlo? Pues claro, pero los réditos electorales son evidentes. Si no se hace es por razones muy variadas, siempre es así, pero yo hoy me estoy fijando en la idealización de la figura de Julio Anguita.

Creo que el califa cordobés era un político con mucha fuerza en sus comienzos y con una labor en el ayuntamiento de esta ciudad extraordinaria. La gestión municipal le sentó muy bien a él y a la ciudad, consiguiendo que tras sus ocho años en la alcaldía los cordobeses eligiesen a otro alcalde próximo a Anguita, Herminio Trigo (IU). Si en los municipios no es tan relevante la ideología, con serlo, en la política nacional ya es otro cantar y desde el Congreso de los Diputados pudo plantear su estrategia basada en la teoría de las dos orillas. 

Para atacar al PSOE no dudó en calificar a Javier Solana de criminal de guerra y sobre los mítines de Alfonso Guerra siempre manifestó que estaban huecos, que solo buscaban el aplauso fácil. Discrepó con los socialistas en temas tan llamativos como la permanencia en la OTAN y en la Unión Europea. Tras colaborar activamente para que José María Aznar alcanzase la presidencia del gobierno pasó los primeros cuatro años de este gobernando con agrias críticas como si en esos momentos solo estuviesen ellos en la oposición, una vez más apelando a las dos orillas.

El camino de Pablo Iglesias parece seguir casi paso a paso los de su mentor, en un primer momento muy bien, pero después, cuando tuvieron que apostar por la política nacional sus estrategias se volvieron claramente erróneas. Ione Belarra e Irene Montero siguen al pie de la letra la misma canción de las dos orillas. 

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