Opinión | Sala de máquinas

Congreso y gasto militar

La reciente discusión europea, que no europeísta, de destinar hasta un 5% de sus dineros comunitarios a la fabricación de armas y a la ampliación o creación de nuevos ejércitos ha despertado en España un intenso debate, todavía no cerrado.

Digo «en España» porque es allí, en ese simbólico imaginario, o en sus muchas cafeterías y bares, donde se ha debatido tal asunto, dividiéndose los pareceres entre favorables y críticos al acuerdo. Cada uno de nosotros –muchos, al menos–, lo hemos, han planteado en sus tertulias, en sus familias, opinando a favor o en contra de militarizarnos progresivamente para enfrentarnos a los rusos, a los iraníes, a los coreanos, incluso a todos juntos si esa tercera guerra mundial llega a estallar... Estando muy bien, desde luego, que lo hayamos hecho, y que sigamos discutiendo, analizando con nuestros amigos la política internacional española; pero donde realmente debería haberse producido ese debate, donde verdaderamente habría que haber tomado las decisiones consecuentes con apoyo de una mayoría, habría sido en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Esto es, en el Parlamento español.

Sede, en la teoría, del pueblo al que afirma representar.

Pero, ¿de verdad lo encarna? Si es así, ¿por qué no se ha debatido en sus Cámaras un asunto tan trascendental para nuestro país como dedicar miles de millones a uniformes y bombas? ¿Por qué no se ha votado una propuesta? ¿Por qué no se ha presentado a la OTAN una resolución con mayoría del órgano legislativo, precisamente el que deberá legislar para aprobar esas partidas y su destino a aviones de combate, fusiles ametralladores, barcos de guerra, espionaje militar, unidades de élite y todas esas «necesidades» tan imperiosas –según Donald Trump–, que, dada su urgente tramitación, no había plazo para analizarlas en el Parlamento español?

Tampoco ningún partido allí representado lo pidió, lo exigió. Dentro de nuestras camerales paredes, nadie ha dicho nada sobre ese 5% de «impuesto bélico».

Los señores diputados hablan de lobos, de toros, de niñes, del sexo de los ángeles... pero no del gasto militar. ¿Por qué?

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