Opinión | Editorial

Una victoria y muchas dudas

La aprobación, por parte del Senado de Estados Unidos, de la ley fiscal y de gasto propuesta por Donald Trump constituyó una victoria para el presidente. Lo peor, para él, hubiese sido la derrota de una norma que pretende transformar en profundidad la economía y la sociedad norteamericanas. La ley, llamada de manera grandilocuente One Big Beautiful Bill Act (OBBBA), o una ley grande y bonita, es la columna vertebral del movimiento MAGA lanzado por Trump, como alternativa a las políticas de las anteriores administraciones, tanto republicanas cómo demócratas. Si la paz en Ucrania constituye su gran reto en política exterior, la aprobación de esta OBBBA es considerada la prueba del nueve de la consistencia del movimiento MAGA en política interior. Aprobada por los pelos en el Senado, con el voto del vicepresidente decantando el tie break, y pendiente de aprobación definitiva en la Cámara de Representantes, la OBBBA supone una reducción de la recaudación del Estado de más de cuatro billones de dólares en diez años. Esta reducción de los ingresos, compensada solo parcialmente por una disminución del gasto público -que afectará principalmente a las clases bajas, con recortes en educación y salud- supondrá un aumento de la deuda de cerca de tres billones de dólares en la próxima década.

Con las enormes implicaciones sociales y económicas que puede tener esta OBBBA, se entiende que Trump tuviera que emplearse a fondo en su aprobación, con presiones y amenazas a senadores republicanos díscolos y ahora a congresistas, que se muestran contrarios a los aspectos más impopulares de la norma. Aunque son minoría, aducen que la OBBBA está destinada a causar estragos entre una parte de la población trabajadora y rural que votó por Trump en las últimas elecciones. Algunos se han hecho eco de diversas encuestas que reflejan este descontento. Un sondeo de la Fox, la más trumpista de las cadenas de televisión, le da al proyecto de ley un 38% de aprobación y un 59% de rechazo. Otros representantes, más cercanos a la cultura libertaria de Elon Musk, han asumido las críticas del multimillonario que considera la ley un lastre para la política económica. Son los que observan con preocupación la evolución negativa del dólar en el mercado de divisas, como un síntoma de la pérdida de confianza en Estados Unidos por parte de algunos inversores.

Trump y los defensores de la OBBBA sostienen que el recorte de impuestos traerá inversiones y más crecimiento económico. Nada nuevo, desde la Reaganomics de los años ochenta que redujo la inflación, pero aumentó la desigualdad y la deuda. Los detractores de Trump califican de fantasiosa esta pretensión, al considerar que la deuda ha alcanzado hoy niveles más altos que en la época de Ronald Reagan, y ya no puede ser una variable de ajuste. Para conocer su impacto final, si se aprueba también en la Cámara de Representantes, habrá que tener en cuenta otros aspectos de la política económica, como los aranceles, susceptibles de aumentar la inflación, y las deportaciones de inmigrantes, que pueden aumentar el coste de la mano de obra. Por el momento, Trump ha obtenido la victoria a la que aspiraba, y aunque esta pueda ser pan para hoy y hambre para mañana, para un presidente acostumbrado a navegar a vista, esto es lo esencial. 

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