Opinión | ALÉGRAME EL DÍA
Columna en bikini
Con la ola de calor que estamos padeciendo, no queda otra que acudir a la piscina a refrescarse. Y descubro, un año más, que llego tarde a la operación bikini. Todos los veranos la misma historia. Aunque con lo mucho que estamos sudando, igual la dichosa operación llega a buen término.
Por cierto, hoy sábado 5 de julio se celebra el Día Mundial del Bikini. La fecha coincide con el día de la presentación del primer bikini, que tuvo lugar el 5 de julio de 1946. Esta prenda femenina de dos piezas surgió por ocurrencia de Louis Réard, un ingeniero mecánico francés. Hay que reconocer que los franceses tienen buenas ideas, no se les escapa una. Réard se hizo cargo del negocio de lencería de su madre y se convirtió en diseñador de ropa. Estando en la playa, notó que las mujeres enrollaban los bordes de sus trajes para broncearse mejor, lo que le inspiró a diseñar un traje de baño con el estómago expuesto.
Al principio el Vaticano tildó al bikini de pecaminoso, debido a que era muy provocativo para la época. Fue prohibido en varios países, entre ellos Italia, Bélgica y España. Ay, siempre prohibiendo. Cuando pienso en bikinis, mi mente cinéfila piensa a bote pronto en tres. El bikini de pieles que lucía Raquel Welch en Hace un millón de años, el bikini blanco y con cuchillo a la cintura que lucía Ursula Andress en Dr. No (1962), la primera de las películas de James Bond, y el bikini naranja que lucía Halle Berry en Muere otro día (2002), como claro homenaje al de Ursula Andress, con cuchillo incluido, cerrando el círculo de Bond cuarenta años después.
Curiosamente, la denominación del bikini proviene de un conjunto de pequeñas islas pertenecientes a las Islas Marshall, ubicadas en el Océano Pacífico, conocidas como Atolón de Bikini. Este atolón, tristemente, es famoso por las pruebas nucleares que se llevaron a cabo en él. Se probaron, por parte de los Estados Unidos, más de veinte bombas atómicas y de hidrógeno entre los años 1946 y 1958. Antes de las pruebas nucleares, la población indígena fue expulsada a otro atolón. A finales de los años sesenta y principios de los setenta, algunos de los pobladores originales trataron de retornar, pero fueron evacuados por los altos niveles de radiactividad. La serie animada Bob Esponja tiene lugar debajo del Atolón de Bikini. Quizás con estos datos la locura particular de la serie se entienda mejor.
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